Restos del incendio de Castrocontrigo (León) empiezan a quedar ocultos por la nueva capa vegetal (Peio Garcia/ICAL)
Un inmenso mar de pequeños arbustos entre los que intentan hacerse un hueco diminutos pinos que, después de dos años, en el mejor de los casos alcanzan unos pocos centímetros de altura. Todo ello se observa en medio de un ligero color verdoso, que también va ganando terreno a restos todavía calcinados que asoman en forma de piñas o ramas de distinto tamaño. Es la imagen que puede apreciarse a día de hoy en la zona afectada por el incendio de Castrocontrigo, del que están a punto de cumplirse dos años, y que deja ver cada día un paisaje más esperanzador.
Oteando la zona desde el denominado Hito Nuevo, un punto de vigilancia de incendios situado en las proximidades de Tabuyo del Monte, llama poderosamente la atención el cambio del paisaje dos años después de una de las principales tragedias medioambientales de la provincia, que calcinó cerca de 12.000 hectáreas. Lo que hace 24 meses era un bosque de grandes dimensiones teñido de negro por la acción del fuego ha dado paso a una extensa llanura donde, una vez que a finales del año pasado concluyeron las tareas de retirada de la madera quemada, se va tiñendo poco a poco de un color verde cada vez más intenso.
La recuperación es lenta, pero cada día es más evidente. Así se percibe en el crecimiento de los pinos, en algunas zonas casi inapreciables por la maleza, pero que poco a poco van asomando, la tonalidad del paisaje e incluso aspectos como la presencia de caza menor. De hecho ya no resulta extraño apreciar, en esta época del año, algunas bandadas de perdices sobrevolando la zona, algo impensable si se echa la vista atrás hace tan sólo unos meses. También se ha recuperado bastante la caza de corzo, ciervo y jabalí y las colmenas empiezan a recuperarse y ya se instalan cada vez en un número mayor de lugares.
Signos de mejoría se observan también en el sector de la resina, que ha tenido que trasladar su ámbito de actuación, pero con unos resultados optimistas. La recogida de la resina se ha desplazado hacia la orla exterior del incendio, en un terreno con más altibajos, con la adecuación de unas 250 hectáreas “para que los resineros puedan empezar la resina en zonas nuevas”, algo que, junto con la superficie adaptada por los propios profesionales, permite trabajar prácticamente los mismos pinos que antes del desastre “y si se puede alguno más”. Además, hay que tener en cuenta que la limpieza que se llevó a cabo para favorecer la resina, ha influido también en el ámbito micológico, con un incremento importante que ha permitido la recogida de “500 kilos de setas todos los días”, reconoce Antonio Ramos, jefe de la comarca forestal de La Bañeza.
Desde la Junta de Castilla y León se insiste en que las perspectivas de actuación del primer año después del incendio se han ido cumpliendo con la reforestación de unas 1.800 hectáreas, mientras que en otras 7.000 se está produciendo una regeneración natural. A finales del pasado año también se dieron por finalizadas las tareas de extracción de la madera quemada, alrededor de 500.000 toneladas en total, con lo que ahora sólo queda esperar “año a año” a la recuperación de una zona que ahora está condicionada por la meteorología pero también por el desarrollo natural y la ausencia de más desgracias como la ocurrida.
Aunque puede hablarse de un punto de partida “desde el minuto uno” después de que el incendio quedara sofocado, Antonio Ramos reconoce que para que se alcance la regeneración se necesita el paso de los años, alrededor de seis o siete “para que el pino empiece a levantar, y es ya cuando se ve”, dice. Ahora el aspecto de la zona es “como si hubieran sido tierras de cultivo” aunque tendrán que pasar 15 o 20 años para que la zona tenga nuevamente un aspecto totalmente verde. Sin embargo, no será hasta dentro de 40 o 50 años cuando puedan volver a verse los pinos con las dimensiones y los diámetros existentes antes del fuego.
Dos años después, es posible afirmar que la zona ya está “asentada” y que es “difícil que retroceda”. Lo más importante era el nacimiento de los nuevos pinos. “Por aquel entonces parecía difícil que quedara una semilla, pero fíjate la cantidad de semillas que quedaron, porque está regenerando”, explica Antonio.
Cambio de paisaje
En un recorrido de recordatorio por la zona afectada por el incendio, que comenzamos en Tabuyo del Monte, se observa un cambio “total” de paisaje. Eso también lo aprecia Antonio, que en medio de una llanura reconoce que, después de diez años trabajando en la zona, tiene en ocasiones una sensación de desorientación. “Antes veíamos todo cerrado por los pinos y teníamos un sentido de la orientación mucho mejor, pero ahora miro para adelante y me pregunto dónde estoy, porque veo todo el horizonte y todo se iguala”, incide.
El trabajo de limpieza ha sido muy intenso y la confianza es que ahora “todo venga favorable” para que el pino “siga su curso natural” y pueda salir del matorral. Será entonces, dentro de unos años, cuando habrá que ordenar los pinos para una correcta administración del bosque. De momento “todo va bien” y las sensaciones “son buenas” porque el monte está regenerándose, aunque se reconoce que puede haber muchos imprevistos, como plagas o nuevos incendios.
Recuerdos tristes
Antonio recuerda los días del incendio como unas jornadas “agotadoras” en las que hubo “mucha tensión y estrés”, sobre todo como consecuencia del avance de las llamas en un incendio de tal categoría en el que ni siquiera el trabajo duro puede frenarlo. “Ves que no sirve para nada y que se escapa para otro lado”, lamenta. Todo ello generó una sensación de “impotencia” y de preocupación por la gente. “En un incendio tan grande no ves dónde está la gente y eso ha sido todo un logro, que no hubiera ni un solo herido en un incendio de estas dimensiones”, reconoce.
Restos del incendio de Castrocontrigo (León) empiezan a quedar ocultos por la nueva capa vegetal (Peio Garcia/ICAL)
Cronología
El fuego se inició a las 14.06 horas del 19 de agosto de 2012 en una zona próxima a un robledal entre Castrocontrigo y Torneros. La Junta declaró casi de manera inmediata el nivel 1 de Infocal, con la presencia de los primeros medios aéreos. Apenas media hora más tarde, y una vez que se confirmó la virulencia del fuego, que cruzó el río Eria y se adentró en el pinar, se incrementó el número de medios aéreos.
Esa misma tarde se declaró el nivel 2 de emergencia ante el riesgo que se consideró que existía para las personas y los bienes, con la proximidad de las llamas a Torneros de Jamuz y Quintanilla de Florez, localidades que a punto estuvieron de ser desalojadas. Al día siguiente ya se hablaba de 5.000 hectáreas afectadas en un perímetro de 30 kilómetros. Las condiciones meteorológicas no ayudaron y dos días más tarde el perímetro del incendio, de más de 60 kilómetros, se dio por estabilizado, aunque ya se redujo el nivel de emergencia, aunque no fue hasta el 28 de agosto cuando se dio por controlado y extinguido el 6 de septiembre, después de casi 20 días de intenso trabajo.
Optimismo en la zona
En la zona también se respira optimismo. El alcalde de Castrocontrigo, Aureliano Fernández, argumenta que “no hay que estar lamiéndose las heridas continuamente” y, dos años después, de momento de mirar hacia adelante. Fernández se felicitó por la evolución de la naturaleza y por la “celeridad” a la hora de extraer la madera quemada, aunque matizó que habrá que seguir actuando para la ordenación del monte en los próximos años.
Sobre las actividades afectadas, sobre todo la extracción de la resina, el alcalde de Castrocontrigo explicó que era una actividad que en el momento del incendio se encontraba “en sus inicios” porque hasta ese momento la competencia brasileña o china se había dejado a un lado. “Los que más o menos tenían esa actividad, la mayoría se han recolocado, aunque en peores condiciones, en montes colindantes”. Aunque las potencialidades del monte “desgraciadamente se marcharon”, la mejoría es cada día más palpable. Lo que queda ahora es esperar al paso del tiempo.
Restos del incendio de Castrocontrigo (León) empiezan a quedar ocultos por la nueva capa vegetal (Peio Garcia/ICAL)
Restos del incendio de Castrocontrigo (León) empiezan a quedar ocultos por la nueva capa vegetal (Peio Garcia/ICAL)