Este lunes 18 de julio se cumplen 80 años del inicio de la guerra civil española. Una contienda que llegaba como un susurro lejano en forma de noticias desde África en las primeras horas, y ante las cuales los sucesos fueron desembocando en persecuciones y movimientos de la Guardia Civil.
Una estupenda labor documental del blog bergidense.blogspot.com relata las primeras horas en El Bierzo durante el comienzo del golpe.
Hacia el anochecer del 17 de Julio de 1936 llegaban las primeras noticias del pronunciamiento militar en África a través de la radio, las organizaciones obreras bercianas como el Sindicato Minero Único de Fabero (cenetistas), el Sindicato Minero Castellano de León –ugetista-, el sindicato ugetista de jornaleros del campo o el Sindicato de Obreros del Cemento de Toral de los Vados se reúnen con los alcaldes republicanos de Villafranca del Bierzo, Toral de los Vados y Ponferrada, exigiendo el reparto inmediato de armas entre sus militantes, la detención de derechistas o el desarme de guardias civiles, produciéndose pronto una descoordinación con las estructuras gubernamentales republicanas al negar éstas en muchos casos la entrega de armas si bien comienzan con las detenciones “por su propia seguridad”.
Los días 18 y 19, contra lo que pudiera pensarse, son de relativa calma. En Villafranca pronto se producen detenciones e incautación de armas de derechistas y reparto de unas cien escopetas entre los solicitantes, constatándose algún altercado grave. Los marxistas obligan a los guardias civiles de su cuartelillo -liderados por el teniente Alén- a mostrar solemnemente su lealtad, e irrumpen en el convento de San Nicolás con el objetivo de encontrar un posible alijo de armas inexistente y con toda seguridad fruto de los prejuicios de la propaganda, tras no hallarlo se pretende incendiar el monumento aunque finalmente abandonaron la idea. Una situación similar se produce en Toral de los Vados donde grupos de vecinos favorables a la insurrección huyen del pueblo mientras los sindicalistas requisan armas, aunque poco después se cambiarían las tornas. En Ponferrada el joven y recién llegado al cargo alcalde socialista Juan García Arias, niega rotundamente la entrega de armas y confía en la lealtad de las fuerzas del orden si bien comienza las detenciones. Grupos de mineros bercianos se adentran en la provincia de Lugo de donde son expulsados y perseguidos por artilleros del Ferrol.
El día 20 se produce un hecho clave, los guardias civiles del Bierzo reciben la orden de concentrarse inmediatamente en el cuartel de Ponferrada donde se esperaba que se produjeran las acciones decisivas. Así pues abandonan Villafranca, Toral o Villablino pero sin problemas a pesar de las sospechas que esto levantaba entre los grupos marxistas, los órganos gubernamentales se encuentran indecisos y permiten su salida de los pueblos confiando en su lealtad a la República, al parecer en algunos casos como en Villafranca, los miembros de la Benemérita llegan a saludar con los puños en alto y dar vivas a favor de la República. Paralelamente grupos de mineros bercianos comienzan también su marcha hacia la capital del Bierzo.
En la ciudad el capitán Román Losada Pérez junto al teniente López Alén y el alférez Sancho Iruesa organiza las defensas y mando del cuartelillo, tras supervisar y ordenar la llegada de las cabezas de línea de la Guardia Civil de todo El Bierzo acumulando unos 162 números, prácticamente hacinados en el pequeño reducto del cuartel sito en la actual Avenida de España (durante el franquismo se le daría precisamente el nombre de Capitán Losada a esta céntrica calle ponferradina). Todavía sin mostrar del todo sus cartas levanta las sospechas de los sindicalistas y mineros que comienzan a rodear el edificio.
La mañana del 19 aparecen en León dos grandes columnas de mineros asturianos (unos 8000) que al enterarse del golpe habían partido hacia Madrid, creyendo tener las espaldas cubiertas en Asturias con las declaraciones del jefe de la plaza de Oviedo, el general Aranda, en favor de la República.
El mismo lunes 20 las columnas mineras asturianas tienen constancia desde Benavente de la traición de Aranda en Oviedo y del triunfo del Alzamiento en Valladolid que cortaba las comunicaciones con Madrid, por lo que deciden hacer el periplo de vuelta. Ante las igualmente adversas noticias llegadas de León, optan por dirigirse hacia Ponferrada con pretensión de coger el tren minero Ponferrada-Villablino para regresar a Asturias. Durante el camino, a su paso por Astorga, son tiroteados por los vecinos de la ciudad desde las ventanas.
Ante este panorama, con la capital y mayor parte de la provincia fulminantemente perdida para la República, quedaba Ponferrada como último bastión de las luchas. Los mineros asturianos llegan a la ciudad y pretenden quemar la antigua Iglesia de San Pedro, sin embargo el alcalde hace frente a los exaltados y lo impide, la mayoría deciden embarcar rápidamente en los trenes de la MSP y los camiones confiscados rumbo a su tierra pero varios grupos de rezagados y elementos radicales organizados por el teniente de la Guardia de Asalto Alejandro García Menéndez (jefe del Estado Mayor de las dos columnas), se unen a los frentepopulistas bercianos que sitiaban el cuartel. Cerco todavía no demasiado cerrado ya que Losada logra entrar sin dificultades con refuerzos y organizar también la custodia de su casa familiar donde se encuentra su mujer con varios números al cargo del teniente Martínez Blanco. Los sitiados tratan de jugar con el despiste dando proclamas favorables a la República, pero parece que surge pronto un tiroteo no se sabe si comenzado por los mineros desde la calle o los asediados desde las ventanas, dando lugar a una violenta escaramuza en la que la superioridad numérica de los asaltantes esta cerca de imponerse, así mismo mediante el uso de dinamita pretender reducir a los guardias.
Ante ello el teniente de Asalto sin embargo toma una extraña decisión y pretende parlamentar con los guardias: portando una bandera blanca penetra en el edificio para encontrarse en manos del capitán Losada quien tras intercambiar algunas palabras “Triunfó el Movimiento, queda usted detenido” lo hace prisionero, descabezando así al enemigo (Menéndez sería fusilado días después en León). La contienda se recrudece pero descoordinados ante la ausencia de su líder, los mineros van perdiendo posiciones consiguiendo los guardias mediante varias salidas entre la tarde del día 20 –incluidos combates nocturnos- y la tarde del 21 desalojar los edificios de alrededor e incluso tomar el cine Edesa, situado en la cercana Plaza de Lazúrtegui. El balance de las refriegas en Ponferrada sería de unos 17 muertos entre los asaltantes.
La guerra quedó aún más decidida cuando el día 21 hacen entrada en escena las tropas insurrectas gallegas al mando del Comandante Jesús Manso Rodríguez (que daría nombre a la actual plaza ponferradina de Fernández Miranda durante el franquismo y que caería en combate en el frente de Madrid). A las diez de la mañana entra el Tercio de Lugo en Villafranca donde tras plantar las ametralladoras en la plaza de la Constitución entran en el ayuntamiento deteniendo a los ocupantes y proveyendo a los escasos falangistas de la villa del control de la misma, tras lo que marchan hacia Cacabelos donde llegan al mediodía y sin resistencia alguna ejecutan la misma operación. A la salida de la villa del Cúa se topan con un grupo izquierdista en el que se encuentra el jefe del Sindicato Único de Fabero, Jacinto Rueda, que aunque detenido logra zafarse y huir a través de los campos.
Avanzada la tarde del día 21 de Julio una columna de vanguardia con unos 200 hombres del Regimiento de Infantería número 30 Burgos apoyada por algunos aeroplanos de reconocimiento procedentes de la base de la Virgen del Camino hace entrada en Ponferrada, liberando definitivamente el cerco al cuartel de Losada, los mineros son desalojados caóticamente desde el centro hacia los barrios. Posteriormente tras hacer fuego de mortero sobre el Ayuntamiento penetran en el edificio. Apresando luego en el Hotel Lisboa al joven alcalde que sería fusilado el día 30 de Julio en Puente Castro (León) tras estar detenido en San Marcos. Los rebeldes le acusaron en juicio sumario - junto al síndico Arturo Pita y el teniente de Asalto Menéndez- de detenciones a derechistas, impedir socorro a los guardias civiles heridos, ordenar el tiroteo al cuartel ponferradino o pretender impedir la salida del convoy minero hacia Asturias, para tomar con su ayuda el cuartel.
Antiguo Cuartel de la Guardia Civil en Ponferrada, en la actual Avenida de España, donde se produjo el cerco y las escaramuzas en los días del golpe
Hacia el día 22 se acordona el entorno inmediato de la Hoya. Así, un autobús de la Benemérita llega a un conflictivo Toral de los Vados donde tras instalar fugazmente una ametralladora en la plaza de la Estación prefieren dirigirse a Villafranca. Sin embargo tras ello los sindicalistas deciden huir, volviendo entonces los derechistas anteriormente escapados que instalan una primitiva sede de Falange en el edificio de Teléfonos y se hacen con el control del pueblo.
Unas semanas antes del golpe, en Villafranca fue tomada una foto por el zamorano Álvaro de la Parra, publicada en el diario ABC, en una marcha en apoyo a Manuel Azaña. Fue conocida en la villa del Burbia como la foto maldita, porque en los primeros días tras el golpe fue utilizada por las autoridades militares, y por vecinos, para denunciar a aquellos conciliados con La República.
Con la ciudad de Ponferrada y alrededores ya asegurada así como declarado el Estado de Guerra, los sublevados elaboran la estrategia siguiente: tomar en primer lugar el valle del Sil y luego poner en contacto Villablino con León capital. Organizando varios grupos de militares, guardias civiles y de falangistas el capitán Losada y el comandante Manso junto a una columna lucense al mando del comandante López Pita logran prontamente abrir un paso en el rio Sil ya que el puente de Matarrosa había sido dinamitado por los mineros en su retirada y ocupan Matarrosa del Sil, al día siguiente se toma Páramo del Sil.
El 30 de julio era fusilado también el alcalde de Ponferrada, Juan García Arias, cuya memoria fue repuesta en la ciudad hace dos años, con la “Calle Alcalde García Arias”, en los aledaños del Museo del Ferrocarril, y como guiño a su profesión de ferroviario.
El 30 de julio era fusilado también el alcalde de Ponferrada, Juan Garcia Arias
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Un largo paréntesis de historia, de sufrimiento, de represalia y años de las dos españas enfrentadas, o de espaldas. Y todo este paréntesis de historia tardó en abrirse a pesar de vivir ya en democracia. En el año 2.000 la constituida Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que tenía su génesis en Ponferrada, abría la fosa con los 13 asesinados en una cuneta de Priaranza. Era un 23 de octubre, y desde ahí hasta la fecha, se han abierto ya más de una treintena de fosas por toda la Comarca, recuperando casi 100 cuerpos. Son pocos sobre los cerca de 3.000 represaliados que hubo en la Comarca en los primeros años de posguerra. Todavía 1.000 cuya desaparición ha sido denunciada por los familiares, no han podido ser encontrados
Un trabajo contrarreloj, porque la gente que conocía la ubicación de las fosas va falleciendo y otras muchas desparecen por las ampliaciones de los cementerios, o las nuevas carreteras que tapan las antiguas cunetas y los extramuros de los camposantos a donde se les daba tiro. Un tiro que empezaba a cargar la escopeta tal día como hoy hace 80 años.