Una foto fija sobre los ingresos hospitalarios en la red de Sacyl en abril y septiembre arroja una caída en casi cuatro años de la edad de entrada en planta, que pasa de los 70,9 a los 67,11, con mayor incidencia entre las mujeres, que ha evolucionado de 72,18 a 67,8 años, mientras que en el caso de los hombres pasa de 69,9 a 66,59. En los ingresos en UCI la edad se mantiene, al evolucionar de 62,86 a 62,83 años, pero se han dado casos de personas con 18 y 29 años, y baja de forma significativa entre las mujeres. Si en abril la edad media de ingresos en este sexo fue de 62,86 años, ahora está en 56,81. En varones sube de los 62,86 a los 66,69 años, según los datos aportados a Ical por la Consejería de Sanidad.
Aunque se mantienen las cifras de pacientes atendidos que acaban ingresados, sí se observa en el caso de los varones una caída de diez puntos en los que llegan a la UCI. Así, el 57,16 por ciento de los varones atendidos ingresa en críticos, frente al 56,37 por ciento de abril, y de estos llega a las unidades de críticos el 60,87 por ciento, cuando en el pico de la pandemia era el 70,45. En el caso de las mujeres, ahora hay más pacientes críticas. Si hace seis meses era el 29,55 ahora son el 39,13 por ciento, y en hospitalización, el dato es ligeramente menor, ha pasado de un 43,63 a un 42,84 por ciento.
En cuanto a las muertes, la comparativa arroja mayor supervivencia en mujeres, pero no en el caso de los hombres: en septiembre murió el 61,48 por ciento de los que ingresó en planta, por encima de los 58,35 de abril, y el 80 por ciento de los que acabó en la uci, por encima también del dato de hace seis meses, cuando fue un 70,55 por ciento. En el grupo de mujeres, en septiembre murió el 38,52 por ciento de las que ingresó en planta y el 20 por ciento de las que acabó en uci. Mientras, en abril, falleció el 41,65 y el 29,45 por ciento, respectivamente.
Una de cada cuatro, sanas y jóvenes
A esta evolución se suma un mayor porcentaje de ingresos en personas consideradas sanas antes de la infección, una de cada cuatro. En abril, el 22,29 por ciento de los que que ingresaba en planta no tenía patologías previas, y ahora ya son el 26,64 por ciento. De estos, la mitad eran personas de entre 15-44 años, el 55,94 por ciento, cifra similar a la de ahora, con un 53,64 por ciento, y el 40 por ciento personas sanas de entre 45 y 64 años, tanto en pleno pico de la pandemia (40,76 por ciento), como ahora (41,09).
Frente a lo que se pueda pensar, la mayoría de ingresos se da en personas con una enfermedad crónica estable, en un 32,9 por ciento en abril, ahora con un 29,07 por ciento, con mayor incidencia en los grupos de 45 a 64 (33,77 por ciento en abril y 32,36 en septiembre) y de 65 a 74 años (38,55 y 31,95).
Llama la atención el menor número de ingresos en pacientes crónicos prulipatolgócios estables y complejos, 15,15 y 21,65 en abril, y 13,95 y 18,6 en septiembre, aunque sumados son el grupo más representativo. En estos casos, las edades más significativas están en la horquilla de mayores de 75 años, que sumaron el 20,12 y el 33,22 en el primera ola, y ahora se elevan a 21,09 y 31,25 por ciento de los ingresados con este estado de salud.
Baja la estancia media
La segunda ola ha dado un ligero respiro en estancias medidas, que caen casi dos días. En septiembre, una persona ingresada pasaba 9,02 días en el hospital, cuando en abril eran casi once, 10,99. Por grupos de edad, los tiempos bajan en prácticamente todos, y las estancias más prolongadas se dan en personas de 65 a 74 años, con 11,18 días. Los mayores de 75 están ingresados de media 9,64, por debajo de los 11,14 de abril. En el grupo de 45 a 64 años, superan ligeramente la semana, con 7,87 días, pero muy por debajo de los 10,25 de abril. Entre los de 15 y 44 años, se pasa de 8,11 a 6,83; y las estancias de los menores de esta edad que ingresan están en los tres días o por debajo.