Las palabras de Martín Coruña tienen su origen en el comunicado que este miércoles difundió el presidente de la la asociación Los Olivares, del barrio de los Judíos, Javier Folgueral, que se desmarcó de la oleada de quejas y aseguró que “las protestas no se ajustan a la realidad del proyecto” de la central. Martín Coruña manifestó su “asombro” por las declaraciones de Folgueral sobre el proyecto y consideró que “el Ayuntamiento ya tiene una parcela donde reubicarlo, que es el barrio al que representa el señor Folgueral”.
Según la presidenta de la asociación de vecinos de Compostilla, “esta reubicación acerca el proyecto a los edificios públicos a los que está destinado”, entre los que se cuentan los Juzgados, los colegios e institutos de la zona o la Biblioteca municipal, además de contar con el apoyo de la asociación de vecinos, remarcó Martín Coruña.
Cuatrovientos secunda las protestas
Por su parte, la asociación de vecinos Matagal del barrio de Cuatrovientos manifestó su “rechazo total” a la instalación de la central de calor “en cualquier lugar próximo a viviendas” y subrayó que la instalación debería llevarse a cabo en una parcela de suelo industrial para no provocar “heridas” en el trazado de la ciudad.
En esa línea, los representantes de la asociación vecinal insistieron en el carácter “industrial” de una iniciativa que consideraron “alejada de la idea de cualquier dotación de servicio público”. En el mismo sentido, sugirieron que la parcela escogida para la instalación de la central de calor se use “para dotar de auténticos equipamientos públicos que puedan ser beneficiosos para la ciudad”.
“En el futuro, el entorno del Toralín puede servir de malla urbana para unir la ciudad, sin heridas como fueron décadas atrás la montaña de carbón y hoy puede ser esta central”, aseguraron. La propia asociación de vecinos de Compostilla fue la primera en oponerse al proyecto, calificándolo de “ataque al barrio” y de “nuevo foco de contaminación” que aislaría la zona del resto de la ciudad.