Es el texto que reza el BOCYL publicado este miércoles y que supone un nuevo BIC para la Comarca del Bierzo, en este caso para este vestigio de su patrimonio industrial y minero. Precisamente, hace justo un año lo había avanzado el director general de Patrimonio de la Junta, Enrique Sáinz.
El expediente determina 6 enclaves a proteger y promover como referencia: Pozo Viejo, Pozo Julia, Mina Alicia, Mina Negrín, los Cuarteles de Domingo Pérez y la línea de Baldés e intinerarios.
Desde el punto de vista patrimonial, se consideran de un valor relevante, y por lo tanto protegibles, tanto los edificios e instalaciones de dichos enclaves como la maquinaria que es parte consustancial a la actividad desarrollada en ellos, los elementos originales de señalización de los diferentes usos que ayudan a su comprensión y los elementos muebles asociados a las diferentes actividades.
El valor patrimonial singular y relevante de estos elementos se complementa y enfatiza con el aporte que les agrega la comunidad social radicada en Fabero, un grupo social cohesionado y activo, heredero –en muchos casos de modo propio y directo, y en otros generacional– de la actividad minera vigente hasta hace escasos lustros, que los convierten en agentes activos de una tarea de conservación, transmisión y difusión.
Pozo Julia, en la población de Fabero, con su galería visitable y parte de las instalaciones (Imagen Víctor Alón)
Expediente
La política de protección de paisajes mineros se enmarca en las iniciativas llevadas a cabo a nivel internacional desde los años 70, cuando se crea el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH). Habrá que esperar al siglo XXI para la redacción del corpus teórico en el que se basa la protección y conservación del patrimonio industrial y, específicamente, el minero. A nivel nacional, debemos citar la Carta de El Bierzo para la conservación del Patrimonio Industrial Minero (2008) o el Plan Nacional de Patrimonio Industrial (2011). En Castilla y León, el Plan PAHIS 2020 de intervención en el Patrimonio Cultural, incorpora programas de intervención y puesta en valor en este patrimonio industrial complejo.
La cuenca minera de Fabero surge históricamente a raíz del aprovechamiento de un sustrato geológico excepcional y favorable para la obtención del carbón de antracita, a partir de dos grandes cubetas elípticas, con eje este-oeste y cuyo centro se sitúa entre los ríos Cúa y Sil.
Allí se desarrolló de forma continua desde mediados del siglo XIX hasta hace apenas dos décadas, una intensa actividad extractiva minera, con consecuencias en la modificación del relieve, la vegetación, la hidrología, la fauna, así como en la peculiar conformación de los asentamientos humanos y de las infraestructuras del territorio, apunta el expediente.
Un elemento destacado es la conformación de un paisaje peculiar como consecuencia de la actividad minera en su fase más intensa, es decir, la correspondiente al siglo XX. Es en este período cuando la minería ha generado un conjunto amplio y variado de núcleos e instalaciones industriales, separados pero interrelacionados entre sí, que contienen las instalaciones y los edificios necesarios para la asegurar la actividad extractiva.
Cada uno de los enclaves presenta un evidente interés patrimonial por los elementos singulares que contiene: las galerías y pozos mineros, los castilletes para acceder al subsuelo, las salas de máquinas, los lavaderos y clasificadores del mineral, las instalaciones para los mineros, las dependencias administrativas y de gestión, los centros asistenciales y de abastecimiento y las infraestructuras viarias y de conexión de los procesos de transporte del material extraído.
A estas instalaciones hay que añadir agrupaciones de viviendas de nueva planta destinadas a los operarios. El poblado surgido en torno a la mina, se presenta como una realidad diferenciada respecto al territorio en que se asienta, en un paisaje propio generado por la explotación minera, con unos usos y costumbres diferenciados, característicos en muchos casos de una población inmigrante y de un sistema de vida y de trabajo, muy diferentes de los pueblos campesinos de los alrededores. Constituyen, por tanto, un grupo de edificaciones e instalaciones destinadas a equipamientos y servicios ligados a la atención de la población trabajadora, entendida como grupo social y laboralmente homogéneo.
Una vez perdida la funcionalidad minera productiva, el conjunto conserva el intenso carácter representativo de la actividad social global que ha caracterizado a la cuenca de Fabero. En este sentido cabe destacar la actividad de la comunidad local que integra a los antiguos trabajadores de las minas y a sus descendientes, que mantienen muy viva la memoria colectiva de todo lo que supuso la minería en la zona, a través de la promoción de diversas actividades culturales novedosas que hunden sus raíces en ese pasado.
Y resulta por todo ello merecedor de ser protegido, conservado, puesto en valor y activado como recurso patrimonial, al que es posible asociar una intensa carga cultural, social y económica.
ENCLAVE 1.– POZO VIEJO.
Ubicado en ubicado el Lillo del Bierzo, se trata de un grupo minero de extracción vertical que estuvo en funcionamiento desde los primeros años del S. XX hasta mediados del siglo, cuando comenzó la actividad del Pozo Julia.
Se desarrolla a partir de un castillete, con su embarque y la casa de máquina, que constituyen las piezas más antiguas del grupo; junto a ellas se encuentran un inmueble residencial, que responde a la tipología de cuartel, de planta rectangular y una sola altura, y otro edificio de gran desarrollo en altura que albergaba las oficinas de la empresa.
Algo más alejado del castillete, se localiza un grupo ordenado de edificaciones promovidas en la década de los cincuenta del siglo pasado, organizadas en torno a calles amplias, en las que los edificios se distribuyen según su función residencial o dotacional. A este último uso pertenecen talleres y almacenes, una estación de servicio, garajes y un muelle de carga, así como los dos inmuebles más representativos de esta parte dotacional: el sanatorio médico (conocido como «hospitalillo») y el economato de la empresa.
Exterior de Pozo Julia (imagen César Sánchez)
ENCLAVE 2.– POZO JULIA.
Este grupo minero de extracción vertical se encuentra muy próximo al núcleo urbano principal de Fabero y presenta un elevado interés patrimonial, por su estado de conservación, disposición y elementos, así como por su importancia tecnológica y empresarial. Su puesta en marcha, a principio de los años cincuenta del pasado siglo, responde al agotamiento de las reservas del Pozo Viejo, y su configuración espacial es propia de la evolución técnica de las explotaciones de carbón.
El Pozo Julia fue concebido como un moderno campo de explotación, a partir de un pozo vertical de tres plantas y 275 m de profundidad, junto al que se disponen un amplio conjunto de edificios e instalaciones necesarios para el desenvolvimiento del trabajo interior, el tratamiento del carbón extraído, los sistemas de arrastre necesarios para su movimiento por el complejo y la salida del mineral hacia su destino.
En el espacio principal del complejo se encuentran el castillete, situado en la periferia del conjunto, así como el pabellón de embarque, el edificio que contiene la máquina de extracción y los compresores, el edificio de la casa de aseos y la lampistería, el botiquín y las oficinas del pozo. En todos ellos destaca la sencillez del diseño de las edificaciones, con volúmenes elementales y ausencia de elementos decorativos, propio de la arquitectura industrial. Cabe señalar la presencia en su interior de elementos muy singulares, tales como los sistemas de almacenamiento durante la jornada de trabajo del vestuario y objetos personales de los mineros.
El resto de la plaza del pozo queda expedita para la circulación de vagonetas, desde el embarque hasta las instalaciones de lavado y clasificación.
Fuera de la plaza, situados a lo largo del recorrido del carbón hacia el exterior del complejo, encontramos, entre otros, las instalaciones de clasificación y tratamiento de carbón y estériles, organizadas mediante un sistema de cintas transportadoras; incluyen, cadenas elevadoras, tolvas para el almacenamiento y finalmente, en una parcela acotada para ese uso, el lavadero con tolvas de gran desarrollo vertical. Algunos de estos elementos singulares destacan por su tamaño y complejidad y, en especial, por la riqueza plástica de sus estructuras metálicas o de hormigón armado.
ENCLAVE 3.– POZO ALICIA.
Este enclave se desarrolla en dos plataformas de terreno horizontales. La más alta cuenta con un espacio central, a modo de plaza, en cuyo centro se ubica el edificio de la bocamina. Alrededor de esta plaza se disponen varios almacenes y pabellones de trabajo, en su mayor parte de una sola altura. En la plataforma situada a cota inferior se extienden diversos edificios e instalaciones, entre los que destacan el enorme depósito – lavadero, de hormigón armado y planta circular, utilizado para limpieza y decantación del mineral.
ENCLAVE 4.– MINA NEGRÍN.
Situada al sur de Fabero, conserva varios garajes y un economato, así como la distribución de las antiguas viviendas mineras; en un espacio cercano se ubican el lavadero, salas de máquinas y antiguas oficinas.
ENCLAVES 5.– CUARTELES DE DIEGO PÉREZ.
Su creación responde a la necesidad de albergar a los trabajadores asociados a la actividad minera, que fueron acudiendo a Fabero en oleadas provenientes de otras zonas por causa de la fuerte industrialización de los años 40 y 50.
Es la empresa minera la que implanta los poblados, que se organizan de manera ordenada y racional, diferenciándose del territorio en que se asientan, generando un paisaje propio, con imagen muy diferente a los de la trama residencial rural de los alrededores y con equipamientos inéditos para la época.
En las proximidades del Pozo Viejo, el grupo residencial de los Cuarteles de Diego Pérez, promovido por Antracitas de Fabero, consta de 250 viviendas unifamiliares de una sola planta, adosadas formando hileras en torno a un espacio libre central ajardinado.
ENCLAVE 6.– LÍNEAS DE BALDÉS E ITINERARIOS.
Se incluyen en este enclave, como uno de los parámetros distintivos de la actividad de la minería del carbón, la huella de la movilidad del mineral a través de diversos itinerarios y entre enclaves y núcleos de población, pozos, térmicas, lavaderos, ferrocarril, y especialmente el sistema de cables aéreos o líneas de baldes, conocidos popularmente como «calderos» y sus torretas metálicas.