La población osera crece en Castilla y León que cuenta con 13 osas y 21 crías, la mayor parte se encuentra en el Alto Sil y Laciana

Las patrullas de vigilancia de la especie de la Junta están compuestas por un conjunto de ocho personas distribuidas en la Montaña Palentina, la Oriental Leonesa y el Alto Sil

28 de Julio de 2018
Actualizado: 01 de Agosto de 2018 a las 12:54
osos


Las cuatro comunidades de la Cordillera Cantábrica, Asturias, Galicia, Cantabria y Castilla y León, contabilizaron el año pasado un total de 41 osas, 35 en la subpoblación occidental y seis en la oriental, con 73 crías, 64 en Occidente y nueve en Oriente. En el caso de la población osera castellano y leonesa, se contabilizaron 13 osas y 31 crías en 2017. Así se puso de manifiesto una vez finalizado el censo que los gobiernos de las cuatro comunidades elaboran anualmente, que confirma la consolidación y el incremento de la población en el sector occidental y un ligero aumento en el oriental.

De las cifras globales, 27 osas y 50 crías se ubican en la zona occidental de Asturias, y ocho osas y 14 crías en la de Castilla y León. En la zona oriental están censadas seis osas y nueve crías. De estas seis, cuatro osas con esbardos se han observado en Palencia, una en León y otra en Cantabria. Además, existen nueve crías, de las que siete están en la Comunidad.

El último censo refleja la existencia de una osa y seis crías más que en 2016. Además, si se analiza la evolución de los registros en el periodo comprendido entre 2000 y 2017, se confirma la consolidación de la población de hembras y esbardos, con un "ligero incremento" de la subpoblación occidental y un escenario demográfico "mucho más incipiente, pero estable", en la oriental.

La estimación global de la población osera es "más compleja", dado que se trata de una especie con amplia distribución, forestal y esquiva. Para el cálculo, se usan técnicas como el seguimiento directo, los estudios genéticos de restos localizados al azar o los sistemas de captura de pelo, así como el análisis de índices específicos en muestreos dirigidos.

Con los datos globales de 2017 y la media de los últimos seis años, se estima que la población de oso pardo en la Cordillera se sitúa en una horquilla de 230 a 270 animales. De ellos, entre 190 y 230 corresponderían a la subpoblación occidental y, al menos 40, a la oriental.

La metodología para analizar la tendencia demográfica de las poblaciones se centra en el seguimiento de las unidades familiares, las osas con crías del año. Esto es porque su fácil detectabilidad, su menor área de campeo y sus hábitos diurnos permiten obtener unos datos más precisos que se pueden comparar anualmente.

Métodos de seguimiento

En el marco del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León, las labores de seguimiento de las poblaciones de oso pardo cantábrico se realizan a través de personal técnico, agentes medioambientales, celadores de medioambiente, patrullas oso de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, todo ello con la colaboración del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y de organizaciones colaboradoras, como la Fundación Oso Pardo.

En concreto, las patrullas de vigilancia de oso pardo de la Junta de Castilla y León están compuestas por un conjunto de ocho personas distribuidas en la Montaña Palentina, la Montaña Oriental Leonesa y el Alto Sil. También colaboran asociaciones de cazadores, naturalistas, montañeros y habitantes de las zonas oseras, que cada día están más vinculados a la conservación de los plantígrados.

Las metodologías utilizadas para el seguimiento de las poblaciones de oso pardo cantábrico se basan en observación directa a través de telescopios para evitar interferir con los animales. A través de este método se pueden diferenciar los grupos familiares por el tamaño y las manchas características de las hembras y de las crías, el número de animales, y los defectos físicos, entre otras características.

Los resultados obtenidos, una vez desechadas las repeticiones y las informaciones no confirmadas, ayudan a establecer el número mínimo de osas con crías, así como su evolución. Las cuatro comunidades de la cordillera coordinan anualmente sus acciones para ofrecer resultados de este conjunto poblacional en el territorio.

En las labores de campo, además de la observación directa, que incluye la toma de fotografías y videos cuando resulta posible, se realizan anualmente estudios sistemáticos basados en recorridos para la obtención de índices kilométricos de abundancia, con una longitud total de más de 1.500 kilómetros en un área seleccionada de 468 kilómetros cuadrados, y una red de más de 700 trampas pelo distribuidas a lo largo de toda la vertiente sur de la cordillera cantábrica, instaladas con un doble objetivo: la obtención de material genético no invasivo y la detección de ejemplares.

Los censos se concluyen siempre un año después de estas labores de observación, después de la época de celo, cuando las madres expulsan a los esbardos del grupo familiar y entran nuevamente en relación con los machos.

Prevenir daños

La positiva situación actual plantea nuevos retos de conservación de la especie que tienen que ser abordados adecuadamente. En esta línea, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente ha desarrollado fórmulas de prevención e indemnización de daños a la apicultura y a la ganadería. En este sentido, la Junta subvenciona el 80 por ciento del coste de la adquisición e instalación de pastores eléctricos destinados a proteger los asentamientos colmeneros en la Comunidad de los daños y perjuicios ocasionados por el oso pardo. Dentro de la línea de ayudas, durante el año 2017, el número total de beneficiarios fue de 101, con un importe total de subvención de 42.936,77 euros.

Además de la línea de prevención, a través del sistema de pagos compensatorios de daños producidos por el oso pardo, el año pasado los pagos realizados por la Junta de Castilla y León ascendieron a 219.422 euros, en 360 expedientes de daños causados por el oso a explotaciones apícolas fundamentalmente.

Plan de Recuperación

El oso pardo cantábrico, especie emblemática y representativa de la naturaleza de las montañas cantábricas, está protegido por la legislación española desde el año 1973, incluido como especie en peligro de extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. También está protegido por la legislación europea, que lo incluye en la Directiva Hábitats como una especie prioritaria cuya conservación supone una especial responsabilidad.

En el ámbito de la Comunidad de Castilla y León la especie cuenta con plan de recuperación desde el año 1990. Trascurridos casi 30 años desde la aprobación del plan de recuperación, parece que la tendencia regresiva no sólo se ha detenido sino que empieza a dar buenos resultados, como son la ocupación casi total de la Cordillera Cantábrica por ejemplares de oso pardo, el intercambio genético entre población oriental y occidental, así como el notable aumento en la fracción reproductora de osas con crías cada año.

El Plan de Recuperación del Oso Pardo en Castilla y León está cumpliendo con la finalidad de incrementar el número de ejemplares, evitar el aislamiento de núcleos de población y favorecer la recolonización de nuevos territorios. La Consejería de Fomento y Medio Ambiente prepara, en coordinación con las otras comunidades autónomas y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, un protocolo que recoge las pautas de intervención en el caso de osos habituados a la presencia de personas o a la comida de origen humano.

También se trabaja en la regulación de una nueva actividad derivada de la imagen atractiva del oso y del aumento poblacional: el turismo de avistamiento de osos. Con una demanda creciente, el turismo de observación tiene indudables efectos positivos para la economía de los territorios oseros, pero tiene que ser específicamente regulado para evitar que se convierta en un problema de conservación.