La Fuente del Azufre de Ponferrada es un enclave que atesora una riqueza de minerales hasta ahora desconocida. Tradicionalmente su agua se emplea para fines medicinales, pero un estudio realizado por los investigadores de GeoBierzo Ramiro López Medrano, José Miguel Cubillas Merino y Francisco Arias Ferrero al que ha tenido acceso en exclusiva InfoBierzo, advirtió de los riesgos que comporta su ingesta para la salud. Además de evidenciar la riqueza y variedad de microbios, bacterias, gases y minerales que contiene su agua y que la hacen potencialmente peligrosa para la salud, su estudio también conllevó el hallazgo de una riqueza microbiana sin parangón.
Una explosión de vida microbiana
El origen volcánico rico en minerales, la emanación sulfhídrica y la temperatura constante de unos 20ºC, hacen de las aguas de la Fuente del Azufre un entorno único para la vida microbiana. Los microorganismos que habitan la Fuente del Azufre, aislados durante milenios en un islote granítico, se han tenido que adaptar a las emanaciones sulfurosas y a la alta concentración de metales pesados. Lo que podría parecer un ambiente hostil para la vida, vendría a ser en realidad un caldo de cultivo para la vida microbiana. Nada más llegar a la fuente más antigua, que conserva uno de los caños, se puede observar la formación de biopelículas de color amarillento que forman de cortinas colgantes, entremezcladas con las algas verdes. Al analizarlas con microscopio, podemos ver que están formadas por una mezcla de algas verdes fotosintéticas (Mougeotia y Spirogyra) y de filamentos amarillos. Cuando se observan al microscopio, los filamentos amarillos parecen formar una especie de “escobillones” característicos. Podrían interpretarse como asociaciones de algas y sulfobacterias. Estas bacterias se suelen disponer formando largas cadenas con aspecto filamentoso. Pero también se encuentran otros tipos de algas, como especies flageladas de gran movilidad y otras formas inmóviles como son las clásicas diatomeas (algas silíceas).
Las algas sirven como base para la formación de grandes biopelículas que a modo de cortinas tapizan las viejas pilas. Para estudiar la flora bacteriana, los investigadores realizaron un análisis microbiológico preliminar. Analizando el agua de las dos surgencias (F1, la de las escaleras) y la vieja fuente de los caños (menos accesible), tanto en las aguas de los caños como en la de las pilas pudieron aislar al menos 5 tipos de bacterias diferentes, entre las que destaca Aeromonas hydrophila, bacteria emparentada con los vibrios halófilos, que es capaz de vivir en altas concentraciones de sal. Esta bacteria se ha encontrado formando parte de la microbiota de manantiales y fuentes, como se ha documentado en algunas fuentes de la provincia de León.
Otras bacterias aisladas han sido cocos como Rothia mucilaginosa o Neisseria flavescens y Streptococcus parasanguinis. Uno de los aislamientos correspondiente a bacilos grampositivos no ha podido ser identificado. De todas formas, “éstos son tan sólo algunos de los géneros que hemos sido capaces de aislar, ya que depende del uso de medios de cultivo y de técnicas de aislamiento e identificación adecuadas para cada tipo de microorganismo”, especifican los investigadores. Aunque se han buscado bacterias anaerobias y micobacterias ambientales, no han crecido en los medios de cultivo y en las condiciones de incubación específicas que se han empleado. “Pero esto no significa ni mucho menos que no las haya, ya que las sulfobacterias, por ejemplo, precisan de condiciones específicas y de técnicas moleculares adecuadas para su identificación”, matiza su estudio. Por tanto, es de suponer que la microbiota bacteriana de estas aguas debe de ser mucho más amplia y diversa. “Quizás más adelante, con el uso de las modernas técnicas de secuenciación masiva de genomas, estos estudios puedan completarse y darnos una idea de la complejidad de este peculiar ecosistema microbiano”, manifiestan.
El espectro de microorganismos, en este caso pluricelulares, se completa con la presencia de gusanos nemátodos de vida libre adaptados a este peculiar ambiente. Existe una enorme cantidad de géneros de nemátodos de vida libre en todo tipo de aguas de fuentes y ríos. Al realizar la observación microscópica de las aguas de la Fuente del Azufre llama la atención su movilidad característica y con frecuencia se encuentran ocultos entre las algas. Son organismos de una gran importancia ecológica, ya que intervienen en los ciclos de degradación de la materia orgánica y en el mantenimiento de los ecosistemas acuáticos.
Aspecto que presentan las colonias bacterianas crecidas a las 48 horas de incubación en agar sangre de cordero (arriba) y en agar Chocolate (abajo). Ramiro López.
Unas pinceladas sobre la historia de un balneario olvidado
En el diccionario de Pascual Madoz se describen por vez primera las propiedades curativas de las aguas sulfurosas que fluyen en la Fuente del Azufre, que estarían particularmente indicadas en las afecciones de la piel. El manantial estaba formado por dos surgencias, una más alta, en las cuarcitas de la base del monte Castro y otra más baja, justo en la margen derecha del río Sil. Es en ésta en la que aún puede verse un caño y parte de las placas que la recubrían. En los primeros estudios de los que se tiene noticia, las aguas se definieron como sulfurosas sódicas con una temperatura media de 20ºC. Según describe en el libro titulado “Álbum del Bierzo” (Adelino Pérez y Valentín González Carrera, Ed. 1996), esta fuente tiene propiedades curativas para el herpes y “dolencias de la piel”. A mediados del siglo XIX, el médico Pío Gavilanes y el Ayuntamiento de Ponferrada promovieron en la Corte española la declaración de establecimiento de baño. De esta manera en 1867 se iniciaron las obras y en 1870 se concedió la explotación a Martínez Zapico. Actualmente, estas aguas tienen su principal indicación en procesos reumáticos, dermatológicos, ORL, y respiratorios crónicos.
Este pequeño balneario comenzó a funcionar a partir de 1870 y constaba de un edificio rectangular del que se conserva una pared y restos del solado. En él se ubicaban 8 pilas de mármol y cinc dispuestas en serie, junto a las calderas y otras infraestructuras balnearias básicas. Según se indica en el citado libro “Álbum del Bierzo”, “el balneario era un sólido edificio adosado a la ladera del monte, con ocho gabinetes de baño con pilas de mármol y cinc, bomba aspirante-impelente, caldera de calefacción, pulverizaciones, etc. Llegó a ser el mejor de la provincia: en 1875 un coche recogía diariamente a los viajeros en la estación de Brañuelas y los acercaba al balneario por 23 reales. Se cerró en los años veinte y desapareció con la construcción del canal y la actual presa”. El balneario se mantuvo operativo hasta los años 20 del siglo XX, fechas en la que se trazó el canal. Más tarde, se construyó la presa del embalse del Azufre, que transformó radicalmente este entorno.
En definitiva, la Fuente del Azufre y el marco incomparable del batolito de Montearenas con sus dos imponentes cañones del Boeza y del Sil componen un entorno único y singular. Sus características geológicas, singularidades botánicas, la composición química de sus aguas y el particular ambiente microbiológico, hacen de este lugar un punto importante al que mirar con mayor atención. Por cierto, en cuanto a singularidades botánicas, hay que señalar que en el cañón del Boeza alberga una población de la planta Gyrocarium oppositifolium Valdés. Por tanto, “queda mucho por estudiar y lo más urgente es habilitar un acceso digno y seguro a la vieja fuente y restaurar los viejos caños, que están totalmente abandonados”, lamentan los investigadores.
Lo cierto es que los ponferradinos de cierta edad, conocedores de las propiedades medicinales de estas aguas, siguen acudiendo al viejo caño, sorteando no pocos obstáculos. “No estaría de más aprovechar con criterios modernos los innegables beneficios termales de estas aguas, restaurando o reinventando este viejo balneario”, insisten. “Las actuaciones llevadas a cabo en este entorno son cuando menos, insuficientes y, como en el caso de la fuente de las escaleras, de dudoso gusto. El caño antiguo está semisumergido, parcialmente desmantelado y con un acceso penoso. En cualquier caso, estas actuaciones son impropias de un lugar merecedor de mucha mayor atención por parte de las administraciones”, concluye el estudio, que toma un cariz reivindicativo por las condiciones de abandono del entorno, con especial hincapié en el potencial que este paraje tendría como reclamo turístico y balón de oxígeno para la economía de Ponferrada y El Bierzo.
Aspecto que presentaba el antiguo balneario de la Fuente del Azufre en la margen derecha del Sil. Fotografías cedidas con permiso de familiares de Adelino Pérez.
Panorámica antigua de la ubicación del balneario y estructuras anejas. La galería que se aprecia está ligada a la Central Hidráulica de Fuente del Azufre, todavía sin edificar en el instante de la foto. El edifico inferior que se observa es el del antiguo balneario de Fuente de Azufre (hoy ya desaparecido). Fotografía incluida en el reportaje de Otto Wunderlich (1886-1975) y realizada en torno al año 1948.
Restos de la pared posterior del balneario de la Fuente del Azufre (2017). Fotografía de Ramiro López.
Alga fotosintética del tipo Spirogyra (Microscopía, Ramiro López)
Asociaciones de algas y sulfobacterias en forma de escobillones. Fotografía microscópica (Ramiro López)
Bacteria Aeromonas hydrophila teñida con la tinción de Gram: se observan bacilos gramnegativos cortos. Fotografía microscópica 1000X Ramiro López)
Nemátodo de vida libre que se mueve entre las algas fotosintéticas de la Fuente del Azufre. Fotografía microscópica (Ramiro López).
Algas flageladas que muestran un intenso movimiento producido por su largo flagelo. Fotografía microscópica (Ramiro López)
Alga diatomea procedente de la Fuente del Azufre. Fotografía microscópica (Ramiro López)
Estado deteriorado actual del entorno de la Fuente del Azufre (Ramiro López)