Fotos Pilar de la Cal (La Masera de Peñalba)
La naturaleza da signos nuevamente de su pulso vital, y empieza a tapar las heridas que dejó el fuego, en aquellos días cuando el infierno trató de ser el ruido más ensordecedor de este enclave eremita del Valle del Silencio, que milagrosamente se salvó gracias en buena a unas labores de extinción que desde que el 19 de abril hasta el día 25 se emplearon a fondo por tierra y aire.
El Valle del Oza quedó reducido a cenizas en muchos de sus montes y las 1.200 hectáreas arrasadas según la perimetración inicial, parecían un paisaje inerte.
Para los robleadales, sotos de castaño, encinas... aún quedarán décadas de trabajo, pero la naturaleza ha comenzado a pincelar el entorno.
Helechos, plantas y matorral son los primeros brotes de este pulso vital que mantiene El Bierzo, y que da muestras que cabe lugar a la esperanza.
El fuego cuando aún comenzaba la primavera ha permitido que los rigores del verano no terminaran por poner el sello del desastre, y las lluvias y humedad de la época ha logrado llegar a tiempo.
Sin duda es una tierra viva, el río Oza es la sangre que brota del adentro del valle, que cose lentamente su herida negra.
Primeros 'brotes verdes' cuando se cumple un mes de extinguirse el fuego en La Tebaida
31
de Mayo
de
2017
Actualizado:
06
de Junio
de
2023
a las
16:51
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