Un extrabajador de la empresa que gestionaba el coto privado de Bastarás responsabiliza a Victorino Alonso de la destrucción de la Cueva de Chaves

Los obras realizadas "sin permiso ni licencia" supusieron la "destrucción absoluta" de un gran yacimiento del neolítico ibérico, el segundo de mayor importancia en España.

29 de Enero de 2014
Actualizado: 21 de Septiembre de 2014 a las 09:51
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Un extrabajador de Fimbas, que era la persona que se encargaba de gestionaba el coto privado de Bastarás, en Huesca, ha responsabilizado hoy al empresario minero Victorino Alonso de la destrucción de la Cueva de Chaves, ubicada en el interior del mencionado coto de caza y uno de los más importantes yacimientos del neolítico del país, según informó la asociación Apudepa (Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragón), personada en la causa abierta por la destrucción de este yacimiento arqueológico.

Este extrabajador, también imputado en la causa, ha comparecido, este miércoles, ante el magistrado del Juzgado de Instrucción número 3 de Huesca para informar de donde partieron las órdenes para destruir el yacimiento y ubicar unas instalaciones para uso de los animales que introducían en el coto para su posterior caza.

Es la segunda vez que este testigo presta declaración. La primera vez no responsabilizó a nadie de estos hechos, pero en esta ocasión ha manifestado que todas las órdenes eran dadas por Victorino Alonso, también imputado en la causa, puesto que era "el único jefe y patrón de todos los negocios" en la finca de Bastarás.

También explicó que el empresario viajaba mensualmente a Bastarás para supervisar el funcionamiento del coto y las numerosas obras medioambientales realizadas "sin permiso ni licencia alguna".

La asociación asegura que la declaración del testigo ha dejado "claro" que Alonso, como dueño de la empresa Ferpi, ordenaba el traslado de la maquinaria utilizada en las obras del aeropuerto de Monflorite, cerca de Huesca, a Bastarás y que fue él quien dio la orden de actuar en Chaves.

Estos trabajos, según Apudepa, supusieron la "destrucción absoluta" de un gran yacimiento del neolítico ibérico, el segundo de mayor importancia en España.

En este sentido, puntualizan que la intervención en la cueva “no se hizo en un solo día ni por una sola persona sino que intervinieron al menos cuatro o cinco profesionales y potentísimas máquinas”. Además, la orden que dio Alonso al palista fue que los materiales removidos, todos con restos arqueológicos del neolítico, fueran a parar a un barranco para actuar de dique de una presa artificial proyectada en la zona.