Las tormentas de los últimos días han vuelto a provocar desprendimientos de ladera que han acabado afectando a la carretera de Peñalba de Santiago y a la pista de San Cristóbal de Valdueza. En esta relación causa-efecto subyace un factor difícil de pronunciar pero fácil de relacionar. La hidrofobicidad es el grado de repelencia al agua del suelo, una propiedad que fue objeto del estudio elaborado por las alumnas del Bachillerato de la Excelencia del IES (Instituto de Educación Secundaria) Gil y Carrasco de Ponferrada Laura Abad y Nerea Vega con el que ganaron la quinta edición de los Premios de Investigación e Innovación en Bachillerato. Y les permitió establecer varias conclusiones, entre ellas la de que a mayor grado de hidrofobicidad aumenta la erosión del terreno y, consecuentemente, favorece los desprendimientos.
El trabajo, que se encuadra en la asignatura Proyecto de Investigación específica del Bachillerato de la Excelencia, se marcó el reto de estudiar la repercusión del incendio de la Tebaida de abril de 2017 en una de las propiedades del suelo. Para ello eligieron la hidrofobicidad. A través del Test del tiempo de penetración de la gota de agua clasificaron el suelo como hidrofílico, hidrofóbico o intermedio tras visitar el terreno en octubre, seis meses después del fuego, explica Laura Abad. Y llegaron a varias conclusiones, de entre las que destacan dos: a saber, a mayor severidad, mayor hidrofobicidad; y con la hidrofobicidad aumenta la erosión del suelo en el momento en el que se produzcan lluvias.
La segunda conclusión entronca con los desprendimientos de ladera registrados en la carretera de Peñalba en meses pasados, reproducidos a finales de junio este pasado fin de semana y que han afectado tanto al vial del Oza como a la pista de San Cristóbal de Valdueza. El incremento de la erosión del terreno favorece los desprendimientos, señalan las alumnas sin obviar otro factor coadyuvante como la pendiente de la zona de la Tebaida y para acabar proponiendo como medidas preventivas la colocación de muros y albarradas para sujetar los suelos. “Y así se evitarían los daños en las carreteras”, advierte Nerea Vega pese que desde algunos ámbitos se resiste a relacionar el fuego con los derrumbes en la carretera de Peñalba.
"Se podrían prevenir muchísimos accidentes de derrumbes de carreteras"
El trabajo va más allá y sugiere la importancia de conocer el grado de hidrofobicidad del suelo como elemento preventivo bajo otra premisa: a mayor hidrofobicidad, mayor riesgo de derrumbe. El caso es que esta propiedad del suelo se puede medir con una pipeta y una placa de Petri. “Si los guardas forestales hicieran esa simple prueba, se podrían prevenir muchísimos accidentes de derrumbes de carreteras, por lo menos prevenirlos”, remarca la profesora del Gil y Carrasco María Pilar Bardelás Muleiro, que ejerció como tutora del trabajo asesorada por la docente de la Universidad de León Elena Marcos Porras.
Aunque no formó parte de las conclusiones del trabajo, sus autoras también reconocen que los arrastres de terreno tienen consecuencias en el entorno, en este caso en el paso del río Oza, señala Bardelás Muleiro con el ejemplo de los riesgos de contaminación incluso en el marisco derivados de la ola de incendios que tuvo lugar en septiembre del año pasado en la vecina Galicia. Y es que el trabajo ‘Determinación de la hidrofobicidad de los suelos de la Tebaida berciana derivada del incendio producido en abril de 2017 en relación con la severidad alcanzada por el mismo. Repercusiones sobre la erosionabilidad del terreno’ ha adquirido una nueva dimensión con los recurrentes desprendimientos en la carretera de Peñalba.