La demanda y prescripción de sedantes y antidepresivos en las consultas de Atención Primaria de Castilla y León pone de manifiesto la elevada frecuencia de uso de estos medicamentos, sobre todo entre las mujeres, a lo que se une, que parecen haber aumentado “significativamente” en la última década. Además, a estas cifras se une el alarmante dato de que un diez % de las derivaciones desde Pediatría son a algún servicio de salud mental, y no sólo en la adolescencia, sino también en la etapa de la niñez.
Estos datos han motivado, ya que se apruebe un estudio, que recaerá en la Red Centinela Sanitaria de Castilla y León, centrado en la población pediátrica y adolescente. Se desarrollará este 2024; servirá para estimar la prevalencia de problemas de salud mental en la población infanto-juvenil que son motivo de consulta en Atención Primaria, y medirá los problemas relacionados con la ansiedad, la depresión y la somatización (procesos internalizantes), que son menos evidentes, con el fin de mejorar los programas de prevención y control.
Los datos surgen, precisamente, de dos estudios de la Red Centinela Sanitaria de Castilla y León, a los que ha tenido Ical, que “abren muchos interrogantes sobre la prevalencia e incidencia de determinados problemas de salud mental que están detrás del consumo de estos psicofármacos y las medidas de salud pública que deberían implantarse”, según reconocen desde la propia Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad.
No en vano, la salud mental está en el punto de mira de todos los sistemas autonómicos de salud, y ya en 2022 el propio Ministerio de Sanidad marcó las reglas de juego con la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud para el período 2022-2026. En Castilla y León, de momento, la Junta teje sus mimbres, en coordinación con Educación, Servicios Sociales y Sanidad, y el objetivo es que este año vea la luz su propia hoja de ruta, que estaría en vigor hasta el año 2030.
Mientras tanto, se trabaja en el despliegue de la estrategia de prevención de las conductas suicidas, y en la creación de recursos asistenciales, con el punto de mira puesto en menores y jóvenes, para lo que está previsto ampliar las unidades de hospitalización, transformando un recurso preexistente en Burgos y creando nuevos dispositivos de referencia regional para casos complejos en León y en Salamanca. También, a los nuevos hospitales de día en Salamanca, León y Burgos, se quiere añadir un proyecto de hospitalización a domicilio de salud mental en Valladolid para reducir más de un 40 % de los ingresos de niños y jóvenes.
Derivaciones desde Pediatría
El registro de 'Derivaciones desde Pediatría de Atención Primaria muestra que por cada 1.000 niños con tarjeta sanitaria menores de 14 años se producen anualmente casi 200 derivaciones, de las que el 37 % son a oftalmología y otorrinolaringología. Pero, lo más llamativo de los resultados de este informe es que el diez % son derivaciones a algún servicio de Salud Mental.
En concreto, la red vigiló a 21.889 niños y adolescentes en el último año, que se tradujeron en 4.166 derivaciones. Por cada 1.000 niños con tarjeta sanitaria, se produjeron 190 derivaciones anuales. La mayor parte de las derivaciones fueron en menores de un año (230) y las menores, en el grupo de diez y once (154). Si se contabilizan las primeras derivaciones, cada año se envían desde las consultas de Primaria a 158 por cada 1.00 habitantes, con mayores porcentajes en los menores de un año (213) y los más bajos, entre los de diez y once (119).
Casi todos los casos se clasificaron como ‘no urgentes’, solo con un 17,4 % ‘preferentes’, y en un 17,5 %, con algún antecedente de derivación para especialidad de antigüedad de más de seis meses. Entre los motivos expresados por los pediatras, en un 9,1 % de los casos figura la presión familiar, en una cuarta parte, un 25,5 %, por la falta de recursos para el diagnóstico en la consulta de Pediatría. En un 6,2 %, el motivo fue la falta para estudiar un caso complejo.
El estudio explica que en el 9,2 % de los casos, los menores acudieron al especialista por más de un proceso, y que las derivaciones más frecuentes fueron, por este orden, Oftalmología (22,9 %), Otorrinolaringología (13,6 %), Salud Mental (9,6 %), por encima de Alergología (9,4 %). En los mayores de diez años, la Otorrinolaringología pasó a un segundo plano (6,2 %) y ganaron presencia la Oftalmología (24,8 %), Dermatología (9,7 %), Rehabilitación (8,8 %) y Traumatología (8,6 %). La Salud Mental se mantuvo con un (12,7 %).
Demanda de sedantes y antidepresivos
Por lo que respecta al registro de ‘Demanda de sedantes y antidepresivos’, las conclusiones arrojan que son “muy altas e indicativas del problema de salud pública que suponen algunos trastornos mentales relacionados con la ansiedad o el estado de ánimo, entre otros”. De hecho, las tasas de nuevas prescripciones estimadas en 2023 multiplicaron por 2,3 las registradas en 2007, que fueron de 1.615 casos por cada 100.000 individuos. Tanto en 2007 como en 2023, el grupo de mujeres fue mayoritario.
Hace diez años, el uso de antidepresivos fue de un 20,4 %, para alcanzar el 37,0 % en 2023. En 2007, en el 55 % de los pacientes no constaba una prescripción previa de psicofármacos, mientras que este porcentaje fue del 66 hace un año. En todo caso, el porcentaje de pacientes derivados a servicios de salud mental fue similar en ambos ejercicios (19 % en 2007 y 18,2 % en 2023).
Si bien, si en 2007 se observó un descenso de la prescripción y demanda de ansiolíticos y sedantes con respecto a las estimaciones de 1990, “en la actualidad se confirma el considerable aumento del consumo de este tipo de psicofármacos, incluidos los antidepresivos”.
La tendencia respecto a la edad en también consistente en ambos estudios: en las mujeres, la utilización de medicamentos psiquiátricos comenzó a edades más tempranas y disminuyó con el tiempo, mientras que, en los hombres, se observó un aumento en su uso a medida que avanza la edad. El porcentaje de demandas que no ocasionaron una prescripción fue mayor en 2023 (6,6 %) que en 2007 (2,4 %), y los pacientes mayoritariamente mantuvieron su situación laboral ocupada o eran pensionistas, y la mayoría de ellos vivían en compañía.
El patrón estacional de incidencia fue similar en ambos estudios, con tasas más altas durante los meses de invierno y al comienzo del verano, y menores entre septiembre y diciembre. El tipo de psicofármaco mayormente utilizado continuó siendo el grupo de los ansiolíticos.
El año pasado, las mujeres presentaron el mayor porcentaje de casos tanto en las renovaciones de prescripciones anteriores (69,9 %) como en las nuevas prescripciones (65,8 %). La situación laboral de los pacientes en las renovaciones de prescripciones previas fueron pensionistas (47,9 %) y en las nuevas prescripciones fueron ocupados (53,4 %), posiblemente por la menor edad de estos últimos.
En ambos grupos, la iniciativa de la demanda fue principalmente por parte del paciente (63,4 % en renovaciones y 53,7 % en nuevas prescripciones), y la mayoría de las peticiones conllevaron la prescripción de un psicofármaco, pero en un 11,9 % de las renovaciones y en un 6,6 % de las nuevas prescripciones no se consideró necesaria. Los psicofármacos mayormente prescritos fueron los ansiolíticos, seguido de los antidepresivos. La distribución de los ansiolíticos por motivo de consulta fue más heterogénea que en el caso de los antidepresivos, que acumuló más indicaciones para los síndromes depresivos. El grupo de hipnóticos sedantes se indicó principalmente (más de 50 %) para trastornos del sueño.