Según sostiene De la Cruz en dicho reportaje “el problema es la mala imagen que damos al peregrino que nos visita tanto del Camino como de la ciudad de Ponferrada”. Lamenta que algunos de los puntos de la ciudad que indican la ruta correcta son emborronados y sustituídos por flechas amarillas, pintadas en el asfalto, “que despistan a los caminantes y los llevan por otra ruta, haciendo que incluso se pierdan”.
En el verano de 2016, el Ayuntamiento de Ponferrada y la Escuela Oficial de Idiomas pusieron en marcha un programa mediante el que alumnos voluntarios orientaban y atendían a los caminantes y turistas en su idioma nativo. El éxito del programa ha llevado a su repetición desde entonces y a su ampliación también durante las vacaciones de Semana Santa. Uno de los puntos clave es el mencionado punto de inicio del tramo de Ponferrada a la salida de Molinaseca.
Las asociaciones consultadas por El País reiteran que "no van en contra de los intereses de los hosteleros" pero el Camino deme ser un entorno seguro, "no se puede consentir que algunos con un simple espray o un bote de pintura lo manipulen”. Por ello reclaman "que las administraciones impongan sanciones económicas que, en la actualidad, ni siquiera existen”.