La riqueza de este fondo marino que bañaba las costas se sitúa en los inicios de la Era Primaria o Paleozoica.
Aunque estos fósiles han aparecido en Valtuille de Arriba, su origen aopunta a los cercanos cerros de Carboeiros y La Nogaliña, formados por cuarcitas rojas. Desde allí rodaron hasta las llanuras de aluviada donde se encontraron.
Hasta ahora, los restos más evidentes del océano que bañaba El Bierzo, se aprecian debajo del edificio de telefónica en Ponferrada, donde se encuentra un gran lienzo inclinado de roca cuarcita que muestra las huellas de oleaje de una antigua playa con “olas fosilizadas”. Restos también de reptación de trilobites ... pero ahora, este hallazgo ha sido detallado en el siguiente trabajo elaborado por el investigador y especialista en geología, integrante del Instituto de Estudios Bercianos (IEB), Ramiro López Medrano. Para su difusión en InfoBierzo ha planteado también sus conclusiones.
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Ramiro López Medrano (también puedes consultar el blog GeoBierzo)
Hace más de tres años cuando Alfonso se disponía a descansar después de una jornada de poda en sus viñedos, allí por la “Chá”, en las tierras planas de Valtuille de Arriba, no podría ni siquiera imaginar que estaba a punto de hacer un curioso hallazgo. Cuando se disponía a comer el bocadillo junto a uno de esos montones de piedras y cantos rodados entre parcelas, su mirada se dirigió al suelo y allí llamó su atención un fragmento de canto rodado, de color teja y tremendamente duro, que parecía contener unos extraños dibujos de lo que, a primera vista parecían conchas marinas.
De regreso a casa, se lo comentó a su mujer Inés, que, como arqueóloga era conocedora de numerosos restos arqueológicos y que naturalmente lo guardó en casa. El caso es que, movidos por la curiosidad, al día siguiente regresaron al lugar y pese a una concienzuda búsqueda, tan sólo encontraron algunos cantos más, que, igualmente, parecían siluetas de bivalvos. Pasó algún tiempo hasta que me llegaron informaciones acerca de su existencia y me acerqué a verlos hasta Valtuille.
Allí pudimos comprobar como en varios de estos cantos aplanados y especialmente en dos de ellos, aparecían siluetas de bivalvos. En el de mayor grado de conservación se apreciaban varias conchas con sus costillas perfectamente marcadas.
El hallazgo nos planteó muchos interrogantes: ¿qué hacían ahí estos fósiles? ¿cuándo se formaron? ¿por qué estaban tan desgastados?. Los fósiles son herramientas extraordinariamente útiles para transportarnos a paisajes y tiempos muy remotos. Con tan sólo su presencia ya nos aportan una valiosa información. Estos cantos rodados nos están indicando que la fuerza del agua de los arroyos los arrancaron desde su punto de origen, aguas arriba de la “Chá”. Desde los cercanos cerros de Carboeiros y La Nogaliña formados por cuarcitas rojas, donde se supone que se encuentra su origen, rodaron hasta las llanuras de aluviada donde se encontraron. Estos cerros que separan Valtuille de Arriba de Pobladura de Somoza son la parte emergente de una formación geológica con origen en la costa occidental asturiana: la llamada “Serie Los Cabos”. Esta extensa formación se originó hace unos 500 millones de años y entonces formaba parte de la plataforma continental de un supercontinente llamado Gondwana.
Era pues un fondo marino que bañaba las costas de una amalgama de los actuales continentes: África, India, Antártida, Sudamérica y Australia. Este periodo geológico llamado Cámbrico Medio-Superior es uno de los más antiguos conocidos y se sitúa en los inicios de la Era Primaria o Paleozoica. Por entonces los continentes y los mares tenían formas y posiciones distintas a las actuales. Muchas de las formas de vida que existían no han podido llegar hasta nuestros días a consecuencia de sucesivas extinciones. En estos océanos primitivos surgían y se desarrollaban nuevas formas de vida y sólo cuando tenían éxito podían evolucionar hasta nuestros días.
Los fondos marinos del Cámbrico eran una explosión de vida: en España tenemos dos casos paradigmáticos. El más llamativo es el de Murero (Zaragoza) cuyo Cámbrico marino repleto de especies fue pionero mundial en descubrimientos: en 1862 De Verneuil descubrió allí lo que bautizó como “fauna primordial”, unas extrañas formas de vida marina extremadamente antiguas, entre las que destacan unos grandes trilobites que denominó “Paradoxydes” por la rareza del hallazgo. Y con el paso de los años se fueron descubriendo otros yacimientos similares por todo el mundo y en todos ellos se hallaron faunas similares. Hoy día si alguien se acerca a este pueblo aragonés podrá ver en su escudo un gigantesco trilobites Paradoxydes, convertido en su seña de identidad.
Más próximo a nuestras tierras se encuentra el pueblo leonés de Barrios de Luna, conocido por su pantano y también por poseer uno de los cámbricos más ricos de la península en fauna marina. En los años 1958 Sdzuy y Liñán describieron su rica y bien conservada fauna de trilobites, entre los que se encuentran, como no, los Paradoxydes. Este lugar se ha convertido en referencia nacional e internacional en este periodo geológico. En El Bierzo tenemos el yacimiento de Cuevas del Sil que, aunque a menor escala, pertenece a este mismo periodo.
Pero centrémonos en la “Serie Los Cabos”, que representa un periodo algo más tardío del Cámbrico. Esta formación fue descrita por primera vez a finales del siglo XIX por Schulz y Barrois, aunque fue Lotze en 1961 quien perfiló sus principales características.
Cuando se mira el mapa geológico de la península, hay un rasgo característico que destaca a primera vista: es un gran arco que desde la costa occidental asturiana se adentra en el interior de la península. Se llama “rodilla astúrica” y se extiende por la costa desde el término asturiano de San Esteban de Pravia por el este hasta Vegadeo por el oeste: es una gigantesca formación geológica llamada ZAOL. (Zona Asturoccidental-Leonesa). Esta formación a modo de banda cruza toda la península ibérica describiendo una curva. Dentro de esta gran formación se encuentra una sección de unos tres kilómetros y medio que partiendo de Vegadeo se extiende hacia el este por numerosos cabos de la costa asturiana (cabos Busto, Cuerno, Vidio, Vidrias, etc.). Por ello a esta sección se le dio el nombre de “Serie Los Cabos”.
Esta formación es de origen sedimentario marino y está compuesta por cuarcitas y pizarras. Al adentrarse en la península, la formación atraviesa Taramundi y Los Oscos para ir girando y cruzar Los Ancares, irrumpiendo en El Bierzo por Pobladura de Somoza, hasta llegar a rozar Valtuille de Arriba. Conforme se ha ido adentrando en la península ha ido perdiendo sus capas más antiguas ricas en trilobites y al llegar a nuestra zona es en general poco fosilífera. Tan sólo se han encontrado algunas pistas de reptación de trilobites llamadas cruzianas en algunos puntos dispersos y en series antiguas. Como es fácil imaginar esta formación se estudia muy bien recorriendo la costa asturiana, donde los estratos de las diversas capas están expuestos a la intemperie en sus acantilados y cabos. No ocurre lo mismo al llegar a la depresión del Bierzo, donde la formación pierde capas y se va estrechando. Además ha quedado cubierta por sedimentos terciarios y abundante vegetación, aflorando en puntos muy determinados.
Curiosamente pasa por debajo de la ciudad de Ponferrada y asoma en dos puntos estratégicos. El primero es en la “Fuente del Azufre”, donde pueden verse las cuarcitas rojizas típicas cuando entran en contacto con el granito de Montearenas.
El otro punto estratégico tiene que ver con la base rocosa del puente más emblemático de la ciudad, la “pons Ferrata”, que desde sus más antiguas versiones se apoyó sobre un potente farallón de cuarcitas de esta misma serie. Cuando se pasea por la orilla del Sil justamente debajo del puente pueden verse los estratos de dura cuarcita, que no sólo dan soporte al puente, sino también a la antigua iglesia de San Pedro, hoy desaparecida y sustituida por el edificio de telefónica.
Es precisamente aquí donde aparecen los primeros indicios de su origen marino. Justamente debajo del edificio de telefónica se encuentra un gran lienzo inclinado de roca cuarcita que muestra las huellas de oleaje de una antigua playa: son las llamadas “ripple marks”. En efecto, se trata de “olas fosilizadas”, similares a las que podemos contemplar en una playa actual cuando baja la marea, sólo que en este caso llevan allí la friolera de 500 millones de años….y las fuerzas tectónicas las han colocado en posición casi vertical.
Pero esta formación continúa su desplazamiento hacia el sureste formando una franja que recorre la falda norte de los Montes Aquilianos: Foncebadón, zona de Compludo, Lucillo, etc…. Así llegamos a la Maragatería donde desaparecen sus últimos indicios en las proximidades de Astorga, hundiéndose por debajo de la meseta castellana.
Hace ya unos años, en 1995 un grupo de geólogos de las universidades de Oviedo y Zaragoza encabezado por Enrique Villas recorrieron estos cabos de la costa asturiana en busca de restos fósiles. Dieron con un punto de la costa situado en los alrededores del pueblo de La Caridad, concretamente en la playa de Riboira. Allí encontraron numerosos restos de conchas de bivalvos de edad cámbrica, cuyas estrías radiales podían verse perfectamente. Las valvas aparecían sueltas, desarticuladas, desplazadas por el fondo marino una vez muerto el animal. Por primera vez se encontraban en la formación Los Cabos unos fósiles de bivalvos tan antiguos como bien conservados del braquiópodo Protambonites primigenius. Desde entonces no se han descrito nuevos yacimientos de este tipo en la formación.
Cuando observamos por primera vez los ejemplares del Bierzo encontrados por Alfonso en su viña, nos llamó la atención la presencia de estrías radiales y el alto grado de conservación de una de las muestras. Me puse en contacto con Enrique Villas, quien vio las imágenes e inmediatamente corroboró el hallazgo: son los primeros indicios en El Bierzo de la presencia de Protambonites primigenius. Quién le iba a decir a Alfonso que acababa de encontrar en su viña uno de los fósiles más antiguos del Bierzo y el “eslabón perdido” de la Serie Los Cabos. Este rarísimo bivalvo, del que tan sólo se conocían unos pocos ejemplares en las cadenas ibéricas antes del hallazgo de La Caridad en Asturias es, sin duda, un hallazgo paleontológico sensacional.