Nacida en 1999, pero aún con 24 años, la joven leonesa Cristina Albes Gómez-Villaboa ha pasado todos y cada uno de los ejercicios de la oposición para Inspector de Hacienda, un mérito que después de dos semanas y media de su aprobado aún no termina de creer.
Ella es natal de Ponferrada, pero desde bien pequeña se ha criado en la capital leonesa. De hecho, sus años escolares fueron en el Colegio Maristas San José, donde sus padres ya la aseguraban que “tenía madera de opositora”, y es que a ella siempre le ha gustado estudiar “cantando los temas”, una de las partes fundamentales de esta oposición.
En sus años de Bachillerato, Cristina descubre que la economía es aquello a lo que se quiere dedicar y poco a poco fue decantándose por esa rama de las ciencias sociales. A pesar de que en su casa cuenta con dos padres funcionarios, ella nunca pensó en dedicarse a lo mismo que sus padres, “yo creo que era más por molestarles, pero siempre les decía que yo no quería ser nada relacionado con lo vuestro”.
Tras plantearse qué hacer con su futuro al salir de los Maristas, Cristina no sabía si irse a Madrid para estudiar o quedarse en León. Al final, gracias a la incorporación de ADE y Derecho en la Universidad de León y a la insistencia de sus padres para que no solo hiciese ADE, Cristina decide quedarse en casa y hacer un doble grado que por entonces eran cinco años y medio.
Durante esos cinco años y medio, y gracias a tener “muy buenos profesores”, empezó a florecer en ella una extraña pasión por el derecho. Incluso aseguraba que para ella, la ULE, que suele ser un centro académico algo criticado por sus alumnos, está “infravalorada”. En su propia piel vivió cómo esos “muy buenos profesores” hacían que el derecho le “sorprendiese” y acabasen haciendo que a Cristina le gustase el derecho y la economía, creando “una buena base para la oposición”.
Así llegó a su último medio año de doble grado, momento en el que ya tenía claro qué iba a hacer después de la universidad. Ella sabía que su futuro iba a estar marcado por las oposiciones de Inspector de Hacienda. “Lo tenía muy claro, sabía que en cuanto terminase el TFG me iba a ir a Madrid”, comentaba.
Y sin dudar ni un ápice, Cristina no había ni entregado su último TFG y ya estaba instalada en la Residencia de Opositores y Postgraduados León XIII, y matriculada en el Centro de Estudios Financieros (CEF). “Me fui a Madrid y volví el día de la defensa del TFG”, comentaba, mostrando que su idea de opositar era férrea. Una tenacidad que no solo le sirvió para marcarse el objetivo, sino que le serviría durante el siguiente año y cuatro meses, de los cuales nueve eran de pruebas, pues la rutina sería muy, pero que muy dura.
Una de las oposiciones más duras de España
Para muchos, las oposiciones para Inspector de Hacienda son una de las más duras del país. Incluso, en varias webs de academias formativas se pone de manifiesto que la media para sacar la oposición es de 3 a 4 años. Por si fuera poco, en 2021, Julio Ransés Pérez Boga, por entonces presidente de la Asociación de Inspectores de Hacienda, aseguraba que se necesitaban unos cuatro años de media para aprobar.
Por ello, no es moco de pavo que de más de 900 personas que se presentaron a las 133 plazas convocadas en la Oferta de Empleo Público (OEP) de 2022, tan solo 87 hayan conseguido pasar todas las pruebas y que, al menos una de ellas, Cristina lo haya conseguido a la primera.
Pero el camino es mucho más tedioso que una simple aproximación estadística, pues cualquier oposición requiere disciplina, trabajo, esfuerzo y muchos sacrificios. Todo ello es por lo que tenía que pasar Cristina si quería llegar a optar a un puesto en la Agencia Tributaria y así conseguir “una calidad de vida y una estabilidad como la que tienen mis padres”.
Y es que esa es otra de las cosas que le lanzó a hacer la oposición, pues según aclaraba, “disfruté mucho de mis padres cuando era pequeña, y eso también lo quería yo, al fin y al cabo, son más facilidades”.
De esta manera, en marzo del pasado año comenzaba la “nueva vida” de Cristina, una vida en la que “tienes que dejar muchas cosas de lado, sacrificar ‘tus mejores años’”, o al menos eso pensaba ella al principio. Desde entonces, una semana normal de Cristina se centraba en más de 10 horas de estudio diario, con un descanso a mitad de mañana y otro para comer y reposar la comida, a lo que ella le sumaba la jornada del sábado completa.
“Es duro y muy estresante, pero al final el ambiente te ayuda mucho, todos los que estamos en la residencia estamos igual”, así explicaba cómo le ha servido a ella irse a una residencia con gente que dedica sus mañanas y sus tardes al estudio intensivo y a la asistencia a clases en una academia preparatoria.
Y es que de nuevo, por su método de estudio, Cristina necesitaba un espacio tranquilo en el que poder repetir una y otra vez los temas que en los ejercicios futuros iba a tener que cantar. Es por ello, que pese a la insistencia de muchos de sus compañeros, ella decidía quedarse frente a su mesa, una mesa que “me atrapaba”.
Lo peor estaba por llegar. Con la convocatoria sobre la mesa, la presión creció exponencialmente. “Con el primer ejercicio a dos meses vista, todo se volvió aún más estresante. Pasas muchas horas sola y hay que decir que no a muchas cosas”. Esta presión duraría hasta el día del último examen, el 24 de junio de 2024.
Los ejercicios
Cristina llevaba desde marzo preparando la oposición, y en diciembre llegaba el primer ejercicio, un cuestionario de 14 preguntas con una duración de cuatro horas. Para dicho examen, Cristina y el resto de personas que se presentaban tenían que responder “una pregunta que puede ser más o menos corta, pero que normalmente es de dos caras” en unos 17 minutos para finalizar la prueba al completo.
Si la presión de hacer esta prueba parece ya suficiente, cuando conoces que para ir preparado al 100% hay que estudiar 16 temas de Derecho Civil, 14 de Mercantil, 16 de Economía General y 13 de Economía de la Empresa, la cosa se hace cuesta arriba.
Con todo y ello, Cristina creía que esa no era su convocatoria, estaba convencida de que gracias a la nueva implementación de la conservación de nota, podría superar el primer examen y guardarse dicha nota para una segunda convocatoria.
El deseo se cumplió, Cristina había aprobado el primer ejercicio y ahora tendría que enfrentarse al segundo, “el más difícil”, que tan solo estaba separado por un mes de diferencia. Esta segunda prueba consta de una parte de Contabilidad y otra de Matemáticas Financieras, y otras cuatro horas para terminar.
Tras el segundo, debido a la exigencia que se pone ella misma, salió menos contenta, pero tenía que seguir estudiando para afrontar un posible tercer ejercicio. De nuevo, Cristina superó la prueba y ahora llegaba el turno del dictamen, una tercera prueba muy dura en la que se aplica la teoría estudiada a un total de ocho casos prácticos.
Sus sensaciones no fueron buenas al salir del examen, “llamé a mis padres y les dije que este ya no lo pasaba”. Cristina se puso la presión sobre sus hombros, y aunque ella creyó que no le había ido “del todo bien”, una vez más conseguía superar el examen y ya solo estaba a dos pruebas de su plaza en la Agencia Tributaria.
Parece una casualidad, pero las dos últimas pruebas eran las partes que coincidían con aquello que sus padres habían denominado como “madera de opositora”. Cristina llevaba ‘cantando’ temas desde bien pequeña y ahora se enfrentaba al tribunal que decidiría si estaba capacitada para ser inspectora de Hacienda.
Para el cuarto ejercicio, los opositores tienen una hora para explicar cuatro temas a sorteo de los, nada más y nada menos, que 30 temas de Derecho Constitucional y Administrativo, 22 de Hacienda Pública y 16 del Sistema Financiero Español.
A la salida de este, Cristina ya solo miraba hacia delante. Desde que aprobó el tercero, veía la luz al final de un túnel oscuro y estresante que se había prolongado más de un año. Volvió a aprobar y sí, ya solo quedaba una prueba más.
Cristina estaba a tres de 63 temas de Derecho Financiero y Tributario de conseguir una de las 133 plazas convocadas. Salió del examen, había acabado un proceso largo en el que la literalidad era totalmente necesaria y en el que la memoria tenía que ser clave.
El futuro de Cristina
El desenlace podría ser mucho más grandilocuente, pero desgraciadamente ya lo conocemos. Tras un mes de espera por las notas, el 23 de julio de 2024, Cristina aparecía como aprobada en la lista del BOE, consiguiendo el 32º mejor puesto de las 87 personas que consiguieron pasar el 5º ejercicio.
“Estaba con mi hermana, saltamos, gritamos y celebramos. Después lo primero que hice fue llamar a mis padres para decirles que había aprobado. Ellos estaban muy felices, tenían muchas ganas de que lo sacara”, una celebración personal que poco a poco se fue extendiendo, ya que a los minutos, cuando iba a comentárselo a más familiares o amigos, ya recibía mensajes dándole la enhorabuena.
Así pues, ahora Cristina tendrá que realizar un curso de formación desde el 23 de septiembre hasta junio del año que viene en el Instituto de Estudios Fiscales de Madrid y una vez realice su curso comenzará el proceso de elección de la plaza.
La buena nota de Cristina le permitirá elegir destino antes que muchos de los que se presentaron, sin embargo, su destino ideal parece casi imposible. “Si pudiese yo me iría a Canarias”. Según contaba, cerca del 90% de las plazas salen en Cataluña, por lo que posiblemente, después de su año de formación en Madrid, Cristina comenzará una segunda “nueva vida” alejada una vez más de su tierra para buscar ese futuro con más estabilidad y calidad de vida.
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