El osezno de Barniedo fue puesto en libertad por los técnicos de la Junta, en una zona próxima al entorno donde fue hallado herido, tras terminar su etapa de aclimatación en la finca del monte de Valsemana (León).
La puesta en libertad se llevó a cabo en un robledal con gran producción de bellota, lo que le facilitará alimento en los próximos meses. Porta dos emisores, uno colocado en su espalda, que emitirá señal por GPS, y el otro es un crotal que emite radiofrecuencia.
Estos dispositivos ayudarán a conocer sus movimientos, hábitos y localización, lo que facilitará más conocimiento sobre la especie. Su peso es de casi 30 kilogramos, aunque cuando llegó al CRAS de Valladolid el 2 de agosto solo pesaba 6 kilos.
Se encuentra en muy buen estado de salud, con gran energía y su comportamiento es muy esquivo con los humanos, lo que permite suponer una rápida y perfecta adaptación a la naturaleza.
El trabajo de liberación de especies en peligro de extinción, y tan singulares como el oso pardo, está previamente establecido mediante un protocolo; hay unas pautas técnicas que deben seguirse y que van desde la sedación y manejo del ejemplar hasta su transporte y liberación.
En este trabajo, dirigido por el personal técnico y veterinario de la Junta de Castilla y León, participaron también veterinarios del Principado de Asturias. Se trata de una participación mutua cuando el ejemplar es liberado en Asturias, como fue el caso de Cova, y que permite compartir conocimiento y experiencia que enriquece a ambos equipos.
Agentes medioambientales y celadores de la Junta, más personal de la Patrulla Oso de la Fundación Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León, se han encargado de ejecutar las distintas fases del manejo y traslado del osezno.
Antes de liberarlo definitivamente en la naturaleza, el animal estaba desde la noche anterior en una habitación de aproximadamente 25 metros en donde entró para alimentarse. Esto permitió a los veterinarios de la Junta realizar la sedación con cerbatana para poder trasladarlo a la sala del centro de Valsemana donde se evaluó su estado de salud.
Una vez en la sala habilitada, en primer lugar se le extrajeron muestras de sangre y de pelo, lo que permitirá conocer su variabilidad genética, entre otras cuestiones. Se le tomaron medidas físicas y se comprobó el estado de las garras que había perdido al lesionarse en el incendio, con lo que se vio que algunas de ellas ya han comenzado a recuperarse. Las plantas de sus patas están totalmente recuperadas y no presentan ningún rastro de las lesiones sufridas. Una vez evaluado su estado físico se procedió a la colocación de los radiomarcadores.
Salida rápida y buen desplazamiento
El lugar elegido para la suelta se encontraba en una zona próxima al entorno donde fue rescatado. Todos los expertos coinciden en que esto facilitará su rápida integración al resultarle seguramente familiar el entorno, donde se movía con su madre y otros dos oseznos antes del accidente.
Durante el transporte, realizado en una trampa 'Culvert', ha estado monitorizado con una cámara constantemente para comprobar su estado y acompañado de dos veterinarios.
Según señalan desde la Junta, el osezno debía de tener prisa por volver a su entorno natural porque, en cuanto se subió la puerta de su transporte, salió corriendo a gran velocidad entre los robles. Después de un día y medio de seguimiento, se pudo comprobar que se mueve bien por una amplia zona, lo que probablemente sea un reconocimiento del territorio.
Según Álvaro Soto, director veterinario del CRAS de Valladolid y responsable de su liberación, lo normal es que, si hay abundancia de alimento, no necesite hibernar, ya que lo hacen como recurso cuando hay muchas nevadas y no tienen alimento disponible, por lo que lo más probable es que haga grandes siestas pero no una hibernación en sentido clásico.
Un proceso de más de tres meses
El oso de Barniedo fue localizado por personal de la Patrulla Oso de la Fundación Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León tras el aviso de los vecinos de Barniedo de la Reina, en León, que vieron a un osezno que aparentemente cojeaba de una de sus patas.
Posteriormente, celadores y agentes medioambientales de la Junta se incorporaron para su captura y traslado al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Valladolid, tras comprobar que tenías las plantas de sus patas ensangrentadas, posiblemente por pisar sobre terreno quemado.
En el CRAS se le desparasitó, se limpiaron y desinfectaron sus heridas y administraron antibióticos para evitar infecciones. Se inició un proceso de cura de sus plantas quemadas y de alimentación para que ganara peso y autonomía hasta el momento de su traslado a la finca de aclimatación de Valsemana de la Junta de Castilla y León. Allí llegó con algo más de 15 kilogramos de peso.
Durante su estancia en este recinto cerrado, monitorizado con cámaras y aislado de la presencia humana, se le alimentaba cada dos días lanzándole la comida por encima de la valla hasta alcanzar casi 30 kilos de peso. Desde el primer momento, mostró capacidad para trepar fácilmente a los árboles y poca relación con Cova, la osa recogida herida en Asturias con la que compartió recinto durante unas semanas.
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