El último pase del Teatro Adriano... Los tesoros ocultos que guardaba de una 'Ponferrada del dólar'

Quedó detenido un día de 1985. En la más absoluta oscuridad se alza la sala del gran Teatro y Cine Adriano, el último superviviente. Con los cortinajes del escenario y los majestuosos palcos, y las joyas: las máquinas de proyección.

02 de Mayo de 2013
Actualizado: 18 de Enero de 2021 a las 14:16
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 Rescatamos este reportaje publicado en mayo de 2013, con motivo de su derribo, que ha comenzado este lunes 11 de enero de 2021.  InfoBierzo consiguió autorización de acceso para mostrar sus entrañas, detenidas en el tiempo ponferradino de 1985.




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Como quien desciende las escaleras del tiempo para entrar en una atmósfera que quedó detenida un día de 1985. Así dan fe los calendarios detenidos en 1984, el cartel de la última película en el suelo, o los últimos rollos proyectados, que aún se conservan junto a los tesoros: Las máquinas de proyección. Pero en la más absoluta oscuridad, se alza la sala del gran Teatro y Cine Adriano, el último superviviente que tendrá próximo derribo. La moqueta marca los pasos, la sonoridad se conserva, también los cortinajes del escenario y los majestuosos palcos. Todo aparece a la luz de la linterna...

Los cristales empapelados del portal nº2 de la calle del Cristo de Ponferrada tapan a la imaginación de las nuevas generaciones, que bajo la estructura del edificio se encuentra uno de los tesoros del cine ponferradino que tiene su origen hace más setenta años: el colosal Teatro Adriano.

La entrada principal por la calle del Cristo se encuentra en situación de nula seguridad, con el techo desprendido, y por eso hay que acceder como quien baja a los infiernos de Dante a encontrar el paraíso. O en este caso mejor, como quien desciende las escaleras del tiempo para entrar en una atmósfera que quedó detenida un día de 1985.

Así lo constatan los calendarios del patio de butacas, detenidas sus hojas en el mes de febrero de 1984. Otro nos encontramos en la sala de proyección, con la misma fecha, junto a algunas quinielas de fútbol de la época, y un Diez Minutos de 1985 que rezaba titulares sobre el Marqués de Villaverde, el Caso Urquijo, y otro como "Las fotos de la agonía de Franco las hice yo".

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Ahora hay que acceder por lo que fue la salida de Emergencia, en la antigua sala de billares donde en la década de los años ’70 los chavales de la época intentaban sorprender a las muchachas con sus carambolas para entronerar las bolas.

Todo es oscuridad absoluta. Sólo alumbra la linterna, y ante los ojos el silencio y una nada aparente... sólo el flash revela después la imagen. Ascendemos al nivel de calle por otras escaleras desde la sala de billares y por fin...  los pasillos del gran Adriano. La taquilla donde 'Chelo' despachaba los tickets, la cartelera... y atravesando la puerta de los números 'pares', la linterna alumbra el marco colosal. Ante nosotros se alza la sala majestuosa, con el suelo aún enmoquetado y conservando la sonoridad que se atestigua en el eco que rebota. ¡Qué bien debía oírse el cine!. Y al fondo... la imponente cortina del escenario y pantalla.

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Hace algunos años, los amigos de los ajeno consiguieron acceder al interior del cine-teatro por el escenario, de ahí la decisión obligada de tapiarlo. Los ladrones se llevaron las 455 butacas de la sala que todavía conserva la moqueta sobre la que miles de pies bercianos pisaron aquellos años.

Al abandonar la sala para subir a los palcos, descubrimos un cartel de una película que quizá fuera una de las últimas proyectadas en sus años de gloria. Dirigida por Barry Levinson en 1984 y protagonizada por Robert Redford, se trataba de ‘El mejor’ o ‘The natural’ como todavía se puede apreciar en el deteriorado cartel. Junto a él unas gafas que parecen haberse colado del futuro -hoy presente-. Parecen 3D pero servían en realidad para ver en color películas en blanco y negro. Un invento de los 70 que por suerte dio paso temprano a los proyectores adaptados del teatro para pasar películas ya 'tintadas'.

En ese paseo se viene a la mente principios de Julio de 1977, cuando un incendio dejó reducido a escombros el teatro causando grandes pérdidas materiales. En el suceso no hubo que lamentar víctimas. Seguiría funcionando alrededor de 7 años más, hasta su cierre definitivo.


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El techo se viene literalmente abajo, los palcos aún se conservan, y los gallineros, con algunas sillas detenidas por el último espectador en ese mismo punto.

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Desde el ‘gallinero’ puede verse el esqueleto de uralita del que penden como hilos a punto de romperse pedazos del falso techo de escayola que fue encargado hace 50 años al valenciano (afincado en Ponferrada) ya fallecido Tomás Hervás. También se encargó de realizar toda la decoración de la estructura del cine-teatro.

A través del techo descompuesto se cuela algún rayo de luz y es entonces cuando se contempla lo que en su día fue el escenario sobre cuyas tablas debutaría el consolidado grupo teatral ponferradino ‘Conde Gatón’ en 1967. El primer título de su trayectoria sería ‘La soltera rebelde’. El telón se había subido por primera vez en 1962 con la obra de teatro ‘La Dama del Alba’.

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Los espejos de los servicios de señoras donde tantas retocaron su maquillaje en los descansos se mantienen intactos y sonríen a los azulejos que son, en la actualidad, lo único que se refleja en ellos. En los de caballeros, las paredes de mármol que separaban los orinales de pared unos de otros aguantan indemnes el paso de los días.

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Pero el verdadero tesoro aún estaba por asomar, un piso más arriba. La sala de proyección aún conserva las dos máquinas, impolutas, y junto a ellas más de 20 rollos de películas antiguas, que aún pueden verse fotograma a fotograma al trasluz.

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Su propietario actual, Manolo Rodríguez (Muebles Mabel). “Para restaurar esto habría que gastarse una millonada y corre el peligro de que se derrumbe en cualquier momento.

Rodríguez compró el edificio a la familia de Adriano Morán, miembro y fundador de la Empresa de Espectáculos S.A. Se puede decir que Morán fue Señor del sector cinematográfico y teatral de Ponferrada a lo largo de las décadas ‘50, ‘60, ‘70 y ’80, puesto que si no todos, la gran mayoría de los cines de la capital berciana eran de su propiedad.

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... mientras, fuera, en la calle del Cristo, el tiempo de Ponferrada sigue avanzando como los pasos de sus gentes. El pie no se detiene mientras el Adriano sigue anclado, esperando un rescate que quizás ya nunca llegue. El Cine Morán o el Edesa fueron otros fusilados de aquel pelotón de las tardes de café, cine y teatro. De una ciudad cultural que no se sabe conservar en un afán por esta sintonía de todo lo que suene a moderno.