La batalla de Cacabelos: pólvora histórica en el puente sobre el río Cúa

Hace más de dos siglos, el 3 de enero de 1809, Cacabelos fue el escenario del enfrentamiento entre los soldados ingleses en retirada y las tropas francesas de Napoleón en uno de los episodios más memorables de la Guerra de la Independencia en el Bierzo

01 de Enero de 2020
Actualizado: 16 de Febrero de 2021 a las 12:27
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La batalla de Cacabelos
La batalla de Cacabelos


“A la una de la tarde del día 3 de enero de aquel 1809 y ante la presión de las avanzadas francesas, el escuadrón de castigo de las tropas británicas bajó el cerro hacía el río Cúa”. Así comenzaba a relatar en su diario el soldado británico Robert Blakeney la batalla de Cacabelos, el más destacado y memorable episodio de la Guerra de la Independencia en el Bierzo. Y es que en este punto de la comarca el ejército británico bajo el mando del general sir John Moore consiguió retener a los franceses y facilitar la retirada de sus tropas hacia el puerto de La Coruña.

Unas tropas inglesas entre las que no faltaron grupos de soldados, borrachos y criminales, que dejaron un reguero de abusos a su paso, desde Astorga a Bembibre, siguiendo el camino del Manzanal. Saqueaban los pueblos (y sus bodegas de vino), incendiaban casas e iglesias, violaban a las mujeres y no dudaban en dar muerte a cualquiera que les hacía frente. Precisamente, Blakeney reconoce con vergüenza (en su autobiografía ‘A boy In the peninsular war. The services, adventures and experiences of Robert Blakeney’) los “horrores” cometidos por los ingleses, sin importar que el ejército francés fuera pisándoles los talones.

Bembibre exhibía todo el aspecto de un lugar recientemente asaltado y saqueado. Todas las puertas y ventanas estaban rotas, todas las cerraduras y cierres forzados. Ríos de vino corrían por las casas y salían a las calles, donde yacían grupos de soldados, completamente borrachos”, describe. Era el 1 de enero de 1809 y dedicaron la mayor parte del día a intentar levantar y obligar a andar a sus compañeros de las divisiones de Hope, Baird y Fraser, totalmente ebrios, para continuar la retirada. Su plan, seguir el Camino Real que cruzaba el Sil por Congosto y Cubillos, continuaba por Cabañas Raras, pasando al norte de Magaz de Abajo, hasta la villa del Cúa y, de allí, por Pieros, ir hacia Villafranca y después a Piedrafita, desde donde huir hacía La Coruña.

Villafranca, con tropas inglesas. Lámina en Schaumann (1922).

 

Tan sólo unas horas después, los 'dragones' franceses llegaron a la villa del Boeza “dedicándose a matar a sablazos a todos los soldados ingleses que aún seguían borrachos por las calles”. Y de esta manera la vanguardia de la columna francesa al mando del general Colbert siguió adelante hasta alcanzar por fin a las fuerzas de Moore ya en Cacabelos, donde la retaguardia inglesa corrió a apostarse en el puente de piedra sobre el río Cúa.

Este puente era de vital importancia para ambos bandos, a los franceses les permitiría cruzar rápidamente el río y los ingleses debían defenderlo el máximo tiempo posible para permitir retirarse al grueso de su ejército. Según explica el historiador Francisco González en la ‘Retirada de Moore y batalla anglofrancesa de Cacabelos’, ese sería el escenario principal de los dos combates que marcarían este histórico enfrentamiento.

 

Dos combates

A las 3 de la tarde del 3 de enero de 1809, con la llegada de la implacable caballería francesa, el ejército inglés a las órdenes Edward Paget atraviesa Cacabelos, el puente y se despliega al otro lado del río, dejando un par de compañías para defender el pueblo. Sus calles se convirtieron en una trampa. “En la persecución, los franceses sablean a diestro y siniestro, y hacen 50 prisioneros, mientras que los ingleses se apresuran a huir cruzando el puente del Cúa y logran establecer posiciones al oeste del puente y sobre las laderas que lo dominan, que impiden a los franceses atravesar el río”, recoge Pascual Riesco en su artículo con los ‘Testimonios de la retirada de John Moore (1809) por el Bierzo’.

Auguste Françoise-Marie de Colbert-Chabanais, conocido a sus 31 años como “el hombre más apuesto de Europa”, pensó que la conquista del puente de Cacabelos sería una empresa fácil y ordenó a sus jinetes que marcharan en columna de a cuatro para lanzarse a la carga. Pero los ingleses plantaron resistencia con sus cañones y la artillería comenzó a barrer la otra orilla del río, por donde galopaban los soldados franceses entre gritos hacia el puente. Colbert, impaciente por que la infantería dejara sitio a su caballería ligera, se plantó a caballo sobre la calzada, en la subida a Pieros, y animó a voces a los soldados para que avanzaran.

Los británicos los recibieron con una descarga de fusilería del 95º Regimiento y con los hombres de su compañía ligera con la bayoneta calada para cerrarles el paso. Los franceses tuvieron que dar marcha atrás. A sus espaldas quedaba un reguero de muertos, entre ellos el propio general Colbert y su ayudante, el capitán Alfred de Latour-Marbourg. Entonces es el general Merle quien toma el mando de las tropas napoleónicas e inicia un segundo combate, en el que a pesar de los avances son acosados de nuevo por el fuego de artillería inglés desde Castro Ventosa y Pieros.

El enfrentamiento se prolonga desde las 5 de la tarde hasta el anochecer. Los ingleses aprovechan la oscuridad para encender fuegos de campamento que despisten al enemigo mientras, silenciosamente, se retiran hacia Villafranca. Eso sí, cumpliendo con su objetivo de retener a los franceses el mayor tiempo posible y facilitando la huida del grueso del ejército británico, cuyo destino último eran los barcos que les esperaban en el puerto de La Coruña.



La muerte de Colbert. La hazaña de Plunket

La batalla de Cacabelos es conocida por la muerte de Colbert, que lloraría hasta el mismísimo Napoleón. El hijo del conde de Colbert-Chabanais no esperaba perder la vida en Cacabelos, ya había sido herido dos veces y condecorado por su valentía en las batallas de Marengo y Jena, pero un disparo certero podría fin a sus sueños de victoria y gloria ese 3 de enero de 1809. Una hazaña militar que llevaría a su autor, un desconocido soldado de origen irlandés del cuerpo de rifles llamado Thomas Plunket, a los libros de historia.

El historiador Ken Lowe asegura que Plunket era un notable tirador, capaz de abatir al general francés a una distancia –según cuenta Blakeney en su diario- de 150 yardas (unos 130 metros), lo que hoy en día correspondería a un francotirador. Thomas Plunket, tirado en el suelo, ajustó su rifle y pasó el pie por dentro de la correa de su fusil Baker para estabilizar el arma. Disparó y la bala impactó directa en su cabeza, sobre la ceja izquierda.

Al día siguiente, el cuerpo de Colbert sería enterrado en una fosa en Cacabelos, en un campo próximo al lugar donde había caído abatido, en la salida hacía Pieros. “La oración fúnebre más elocuente no habría sido tan expresiva como estas lágrimas sinceras que caían sobre veteranos bigotes. La naturaleza enlutada parecía participar del dolor de los valientes. Nubes oscuras vertían un tinte lúgubre sobre el paisaje montañoso […]; el horizonte se mostraba revestido de un crespón circular; algunos cañonazos lejanos, dirigidos contra el enemigo en retirada, los únicos en interrumpir el silencio expresivo guardado por todos, parecían hacer las honras ante la tumba”, escribía el oficial napoleónico Fantin des Odoards.



Una retirada desesperada

El general Moore había decidido emprender una retirada desesperada, sin combatir, llevando a su ejército en medio de un terrible tiempo invernal por las montañas de los montes de León y subiendo Piedrafita. Combates de retaguardia que siguieron ya en tierras gallegas tras la batalla de Cacabelos. Los franceses recuperaron terreno y los ingleses, sintiéndose acosados, no dudaron en aligerar la marcha volcando los toneles con el dinero (60.000 libras según se informó después ante el Parlamento Británico) en el barranco de Peña del Pico, cerca de Becerreá (Lugo).

Continuaron su camino hacia La Coruña. De los 25.000 soldados con los que Moore inició su retirada en Sahagún, sólo llegaron 18.000 para su repatriación en barco. Los franceses alcanzaron a los británicos el 16 de enero de 1809 en Elviñas, a las afueras de la ciudad gallega, en cuya batalla perdió la vida el reconocido general inglés.

Tras la marcha de los ingleses, el ejército español del Marques de La Romana que también estaba en retirada se quedó en Galicia y, aunque estaba prácticamente destruido, comenzó a rehacerse y con la ayuda del pueblo y las guerrillas gallegas en unos meses lograron echar a los franceses de Galicia y tomar el castillo de Villafranca del Bierzo.



*Foto portada: Recreación de la batalla de Cacabelos. Año 2014. César Sánchez (Agencia ICAL)