Se ha convertido desde su ubicación actual en una de las embajadoras de la ciudad que recibe a la mayoría de visitantes que llegan a Ponferrada desde el acceso por la Av. Astorga. Pero su historia va mucho más allá.
Los materiales para el busto de la estatua fueron recogidos de las canteras situadas en el pueblo Cuevas del Sil, trabajaron en ella los hermanos Miguel y Pepe hijos del por aquel entonces conocido ciudadano "David Monteagudo". Las piedras de la base fueron traídas de la cantera de Vicente Pacios “el rojo” siendo construida la estatua en su montaje por el maestro cantero Manuel Vilas, residente ilustre de la calle Real.
La figura fue diseño de Arturo González Nieto.
Eso en cuanto a su origen despojado de todo un sentimentalismo que otorga el valor real a esta estatua.
Más allá, fue un homenaje a un berciano universal, el escritor villafranquino Enrique Gil y Carrasco, autor de "El Señor de Bembibre". La escultura fue donada por la Casa del Bierzo de Buenos Aries para recordar a este contemporáneo de Espronceda que nació un 22 de febrero de 1845 en la villa del Burbia.
La Carrasca ha terminado por tener su intrahistoria hasta tal punto que todo berciano ve en ella la imagen de una ciudadana ilustre, impasible ante el tiempo que ve cómo cambia la ciudad, casi como ella misma ha cambiado de ubicación.
Estrenada en la primera década del S.XX en la Plaza de la Encina, en concreto el 10 de octubre de 1926, desde esta ubicación original fue trasladada al Parque del Plantío, donde permanecería muchas décadas hasta que en a finales de siglo tuvo su 'isla' propia en la glorieta entre la calle Ancha y General Vives. Eso sí, parte de su estructura que rodeaba a la figura, en forma de violeta, no fue trasladada y se mantiene en el parque.
Desde ahí sigue contemplando la dama más ilustre y eterna, los tiempos que le quedan por ver de Ponferrada y sus cambios sociales, y quién sabe si desde nueva ubicación.
En un día de mercado a comienzos de S.XX cuando se celebrara en la Plaza de la Encina