Onamio ofrece a las instituciones el horno de calcinación de la mina de Coto Wagner para su recuperación y evitar el continuo saqueo de los "chatarreros"
Aunque parecía que en los últimos años se multiplicaban los proyectos de protección, recuperación y conservación del patrimonio industrial en El Bierzo, finalmente la falta de recursos y la crisis ha vuelto a dejar en la estacada a numerosas infraestructuras que son testimonio de ese pasado industrial que paulatinamente está siendo desarmado. Es el caso del horno de calcinación de la mina de hierro de Coto Wagner (que pertenecía a la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) y cerrada a principios de los años 80), víctima del tiempo y ahora de los "chatarreros" que con nocturnidad y alevosía poco a poco lo van desmantelando.
La Junta Vecinal de Onamio, a la que pertenece el horno y los terrenos aledaños tras ganar a la empresa el expediente de recuperación de dominio de la parcela, ve impotente como se pierde parte de la "memoria" de este pueblo, unida a esta explotación que inició su actividad a mediados del siglo XX. "Nosotros no tenemos dinero para conservar esa estructura ni sus alrededores y hay una serie de depredadores que están yendo a llevarse la chatarra y tenemos que enfrentarnos a ellos", explica el secretario, Luis Pérez Morán.
"No tenemos capacidad politica ni económica para afrontar ese tema", insiste López, que pide ayuda a las administraciones para proteger y poner en valor estos restos, que podría suponer un atractivo turístico para esta zona. De momento, unas piedras en medio del camino tratan de impedir el paso de coches, mientras un cartel y alambre a la entrada del viejo horno advierten de que está prohibida la entrada."El pueblo está concienciado con el tema del horno, tanto que van caminando por allí y en el momento que ven a una persona un poco sospechosa o algo extraño, ya nos avisan", añade.
Este horno es uno de las pocas construcciones que dejó el Coto Wagner que permanecen, más o menos, en "relativas" buenas condiciones. Con una altura de unos seis o siete pisos, señala Pérez, fue construido en la segunda mitad de los años 70 para separar el hierro de otros materiales y mejorar la calidad de la producción que salía de esta mina berciana. "El comercio exigía mayor calidad y este hierro tenía impurezas como azufre, fósforo o calcio y decidieron utilizar la calcinación para separarlo", explica.
Y este fue el último proceso empleado en Coto Wagner para seleccionar el hierro, ya que al principio era totalmente manual y el mineral era lavado y clasificado por tamaños, después trasladado en una cinta transportadora, de la que los obreros iban retirando a mano la pizarra. Asimismo, también se utilizaron otras técnicas, enumera el secretario de la junta vecinal, como los bombos magnéticos o un lavadero de líquidos densos. "Creemos que merece la pena recuperarlo", asevera.
No, gracias
Desde Onamio ya han ofrecido esta estructura a varias administraciones como la Junta, la Diputación de León, el Ayuntamiento de Molinaseca y hasta a la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden), a la que podía encajar mejor por su idea inicial de museo territorial y al estar vinculada esta mina a la MSP, cuya central térmica es la sede del Ene.museo en Ponferrada."Todos han contestado atentamente, pero negativamente también", lamenta.
"Todos recurren a la falta de dinero", indica Pérez, que reconoce también que estas instituciones han mostrado interés y han visitado la zona para conocer 'in situ' la huella de dejó la explotación en este pueblo. A unos metros se encuentran unos edificios que podrían servir para servicios auxiliares y también la planta de tratamiento de mineral que, puntualiza, "fue chatarreada por una junta vecinal anterior". Entre tierra y maleza, aún se ven las tolvas y las cintas transportadoras que llevaban el hierro hasta el horno, para después devolverlas de nuevo a la planta.
También se encuentran algunos vestigios de lo que era el teleférico que llevaba los cestos llenos de mineral hasta la estación de San Miguel de las Dueñas, desde donde era distribuido, al principio especialmente hacia el extranjero y despues a la asturiana Ensidesa. "Quedan restos del teleférico, había dos y el de Calamocos a San Miguel se conserva mucho mejor", aclara el secretario de la junta vecinal, que también recuerda que la propia empresa desmanteló un ramal de vía de entre tres y cuatro kilómetros que arrastraba el hierro desde los puntos de extracción hasta la planta.
Según recoge el Plan Nacional de Patrimonio industrial, "a lo largo de la historia reciente las actividades industriales han generado una serie de sistemas productivos que paulatinamente se han ido incorporando a nuestra herencia cultural". Así, parece necesario una toma de conciencia del valor que, como en el caso de Onamio, tienen estos restos para los pueblos en los que se ubican, especialmente en un momento en los que cualquier inversión debe estar muy bien pensada -a pesar de los dispendios que hayan podido realizar las administraciones en tiempos pasados-.
Así, se ha evaporado el sueño de protección y conservación de estas infraestructuras por parte de instituciones como la Ciuden o la Fundación Cultura Minera -que además del Monumento Minero, proyectaba el acondicionamiento de lavaderos y otras construcciones para las visitas turísticas-. Y mientras continúe la crisis y el ajuste presupuestario, el rico patrimonio industrial que salpica cada rincón del Bierzo seguirá desapareciendo entre la maleza, las zarzas, los ladrones y el olvido.