10 rutas enoturísticas del Bierzo (II): El rastro del viñedo desde la cuenca minera a la puerta de los Ancares

Nos adentramos en el valle del Sil, con su cuenca minera, y llegamos hasta la puerta de los Ancares con dos nuevos planes de enoturismo: ‘Vino y carbón’ y ‘De la puerta de los Ancares a Canedo’.

08 de Diciembre de 2019
Actualizado: 06 de Mayo de 2021 a las 11:35
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Tras recorrer en nuestra primera entrega de ‘Diez rutas enoturísticas para conocer el Bierzo’ la zona más este de la comarca, nos adentramos ahora en el valle del Sil, con su cuenca minera, y llegamos hasta la puerta de los Ancares con dos nuevos planes de enoturismo: ‘Vino y carbón’ y ‘De la puerta de los Ancares a Canedo’.

 


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Ruta 3: Vino y carbón

Como ocurre con la zona del Bierzo Alto, en la cuenca minera del Sil y Fabero también se sacrificó el viñedo al ritmo que se desarrolló la minería de carbón y la actividad agrícola iba quedando relegada por el trabajo en la mina, donde los salarios era más altos y no estaban expuestos a los riesgos de una mala cosecha.

Tras el olvido al que han sido sometidas esas cepas viejas en las últimas décadas, el Consejo Regulador de los Vinos del Bierzo quiere ahora rescatarlas y ponerlas en valor con su inclusión dentro de la Denominación de Origen (DO). Así, su nuevo pliego de condiciones incorpora el viñedo que sobrevive en los municipios de Toreno, Berlanga del Bierzo y Fabero, fuera de la DO hasta este momento.

Nuestro punto de partida en esta ruta es Toreno. Podemos empezar el recorrido con un desayuno en alguno de los bares de su Plaza Mayor, donde aprovecharemos para conocer su Casa Consistorial y ‘La picota’, un rollo de justicia con más de cinco siglos de historia y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1963. Es el único que se conserva en el Bierzo (sólo hay tres en León) y recuerda esos tiempos pasados en los que esas columnas de piedra servían para castigar y hacer pagar sus penas a delincuentes y criminales que, tras ser azotados, eran expuestos a pública vergüenza.
Otras visitas en Toreno: Iglesia parroquial de San Juan Bautista, Palacio del Conde de Toreno y Casa de los Escribanos.

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El Rollo de Justicia de Toreno, BIC desde 1963. Foto: Ayuntamiento de Toreno

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Desde Toreno nos dirigiremos a Santa Marina del Sil, a menos de diez minutos en coche. Desde allí podemos dar un paseo siguiendo el trazado de la antigua línea férrea entre Ponferrada y Villablino (que acaba de cumplir un siglo y por donde circuló el último tren de viajeros con locomotora de vapor de Europa), bordeando el río Sil y hasta el puente que lo cruza, el llamado viaducto de El Cantarín. Sobre esos raíles se quiere asentar el proyecto de tren turístico del Ponfeblino para recuperar esa abandonada infraestructura y revitalizar la zona, castigada por el cierre de la minería, a través del turismo.

La siguiente parada será Cubillos del Sil, hasta donde podemos ir volviendo a Toreno y cogiendo la autovía CL-631 en dirección Ponferrada en un recorrido que nos llevará unos 20 minutos. Para quienes no tengáis prisa, podéis seguir la pintoresca carretera que une Santa Marina y Congosto bordeando el río Sil en la cola del pantano de Bárcena. Son unos siete kilómetros de una carretera estrecha y con mal firme por falta de mantenimiento, pero que ofrece unas vistas espectaculares. Sólo ese tramo ya llevará unos 20 minutos hasta Congosto, siguiendo después por la carretera que bordea todo el pantano, pasando por la presa de Bárcena, hasta Cubillos.

En Cubillos del Sil nuestra primera parada será la antigua estación de tren de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). Otra infraestructura relacionada con el proyecto del Ponfeblino y con el transporte de carbón. Abandonada en la actualidad, en sus vías todavía pueden contemplarse decenas de viejos vagones de carga de la MSP, la principal empresa minera del Bierzo y Laciana durante el siglo XX. Al fondo, las chimeneas de la central térmica de Compostilla II de Endesa, cuyos terrenos eran antaño viñedos y dan cuenta de la importancia que tenían en la zona antes de su particular ‘revolución industrial’.

Cerca de la estación visitamos la única bodega instalada en este municipio, 13 Viñas. De su mano podremos conocer algunas de las parcelas de las que hacen sus vinos, ubicadas en el entorno de Cubillos, Posadina y Cubillines y con unas preciosas vistas desde el Alto de San Esteban. Desde allí veremos a lo lejos las viñas de Costanas, ya en el municipio de Toreno, a unos 770 metros de altitud y de donde obtiene algunos de los mejores racimos de mencía, con una buena orientación y vendimia tardía. En la bodega, ubicada en el número 13 de la calle Campo del Obispo, podremos conocer algo más de sus vinos y catar una copa de Mingus, Babú, Alto de San Esteban y A Ponte Vella, en los que tiene mucho peso la recuperación de viñedo abandonado, alguno durante bastante años.

El antiguo puente de la línea férrea del Ponfeblino que cruza el río Sil, a la altura de Santa Marina. Foto: C. Sánchez

La carretera que bordea el río Sil entre Santa Marina y Congosto. Foto: Google Maps

La antigua estación de la línea Ponferrada-Villablino en Cubillos, con los viejos valgones-tolva de la MSP. Foto: César Sánchez

El viñedo entre Posadina y Cubillines, visto desde el Alto de San Esteban. Foto: TQM

Uno de los vinos de la bodega 13 Viñas, la única instalada en Cubillos. Foto: Adrián Núñez

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Se acercará ya la hora de comer y nos dirigimos a Fabero. Allí podemos comer en alguno de los restaurantes del pueblo (como Mesón García o Santo Domingo Restaurante) o ir hasta la localidad vecina de Lillo del Bierzo, a sólo unos dos kilómetros, donde se encuentra Casa Dolores.

Por la tarde, nuestra ruta nos lleva primero al Pozo Viejo, restaurado hace un par de años y que aspira a ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con el resto del patrimonio minero de Fabero. Se trata del primer y más antiguo pozo vertical de esta cuenca minera realizado en 1928, que se integraría en el grupo de minas de Antracitas de Fabero, empresa fundada por Pérez Campanario en torno a 1935. En este pozo se alcanzó una profundidad de 275 metros - unos 300 hasta su caldera-, con tres plantas.  En su entorno encontramos otras infraestructuras importantes para la actividad y la vida minera, como el almacén, el economato, hospitalillo, talleres y viviendas para los trabajadores del poblado de Diego Pérez.

La siguiente parada será otra de las instalaciones vinculadas a Antracitas de Fabero, el Pozo Julia. Destaca su castillete de hierro y la visita a sus vestuarios, donde parece haberse detenido el tiempo, todavía con camisas, pantalones y monos de trabajo colgados de sus perchas, así como algunos pares de botas dejados las cestas. También conserva su sala de compresores, su lavadero y parte de la vía de maniobra. Además, cuenta con la recreación de una galería minera para entender cómo era el trabajo en el interior del pozo.
Otras visitas en Fabero: Mina de Negrín, Mina Alicia y Minas de Marrón.

Exterior del Pozo Julia, con el pozo vertical al fondo. Foto: C. Sánchez

Volvemos a Toreno, donde los alojaremos en el Hostal Salomé. Hemos elegido este lugar por su historia, ya que funcionaba como residencia para las trabajadores del antiguo ‘tren minero’ de la MSP, que transportaba el carbón desde Villablino a Ponferrada y fue reconvertido en hotel-restaurante en los años 80. También es una buena opción para cenar. Reconocido por su cocina tradicional, puede presumir de haber dado de comer a muchos mineros y también a los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, durante su visita al Bierzo en 1999. Destacan en su carta los ‘chipirones reales’, la caldereta de cabra y el gallo de corral.

Para la mañana siguiente os proponemos dos opciones. La primera es visitar las pinturas rupestres de Librán, pueblo que está a menos de diez minutos en coche de Toreno. Estos conjuntos pictóricos esquemáticos decoran desde hace miles de años las paredes de las Cuevas del Moro, en el cortado rocoso conocido como ‘Buracón de los Mouros’. Ubicado en la margen derecha del río Primout y al que se llega siguiendo un sendero que sale de Librán. Fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985.

Un soliforme, perteneciente a las pinturas rupestres de Librán. Foto: Cadierno

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La segunda opción es acercarnos a Páramo del Sil para visitar su Galería Minera, que es la recreación de una mina a tamaño natural donde conoceremos la evolución del sector de las cuencas mineras en el tiempo, cómo se trabajaba y los diferentes materiales utilizados. Por el camino, siguiendo la CL-631, pasaremos por delante de varias explotaciones mineras, entre ellas destacamos la mina de Santa Cruz del Sil y su lavadero. El lavadero de la Recuelga estuvo considerado en sus tiempos entre los mejores de toda Europa.

 


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Ruta 4: De la puerta de los Ancares a Canedo

Nuestra cuarta ruta enoturística nos lleva por los municipios de Arganza y Vega de Espinareda. El primero muy conocido por su tradición vinícola, el segundo no tanto, aunque cuenta con un interesante viñedo viejo en la zona de San Pedro de Olleros, donde además se conservan nueve lagares (todos ellos en manos de particulares y, en principio, no visitables), según el inventario realizado hace ya una década por Joaquín Alonso, Eloy Algorri y José Antonio Balboa.

Para este plan nosotros hemos elegido como ‘centro de operaciones’ el Palacio de Canedo (otra buena alternativa es la Casa Canedo en San Juan de la Mata, también en el municipio de Arganza, construida sobre un antiguo lagar en los años 20 y con seis plazas). El día puede comenzar con un buen desayuno en su corredor, con las vistas de las cepas de chardonnay y godello que presiden su entrada sobre el fondo que dibujan las montañas del Bierzo.

Vistas al amanecer desde el corredor del Palacio de Canedo, rodeado de viñedos. Foto: Palacio de Canedo

Casa Canedo, levantada sobre un antiguo lagar en San Juan de la Mata. Foto: Bierzo Enoturismo

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Desde allí nos vamos hacía el pequeño pueblo de San Pedro de Olleros, al que llegaremos cogiendo en Quilós la carretera LE-5202 que va hacia Vega de Espinareda siguiendo los ríos Cúa y Ancares. Esta localidad aún conserva nueve lagares y numerosas parcelas de viñedo viejo en altitud, cuya uva antes se vendía principalmente a la cooperativa y servía también para hacer el vino para casa. En un pequeño paseo nos sorprenderán sus viñas, algunas pegadas al pueblo y en medio de la montaña.

Aquí nos encontramos la bodega Banzao, la única de Vega de Espinareda, dentro de la Reserva de los Ancares Leoneses. A su frente está Silvia Marrao, que arrancó definitivamente con la vendimia de 2017 tras enamorarse del viñedo de esta zona años antes (había estado trabajando en el Bierzo entre 2009 y 2013). “Me gustó porque sus viñas están altas, sin la niebla que afecta a otras zonas más bajas y con godello viejo”, cuenta Silvia.

Silvia se hizo con 2,5 hectáreas (18 parcelas en ocho parajes) de viñedo viejo, arrendadas a una docena de propietarios diferentes, para recuperarlo y rescatarlo del abandono. Se estrenó el año de la ‘helada’, una añada 2017 de su primer Banzao que salió al mercado este año con apenas 3.700 botellas. Es un vino que, dentro de la nueva clasificación de la DO Bierzo, correspondería a un ‘vino de villa’, ya que es un 100% mencía procedente exclusivamente de sus parcelas de San Pedro de Olleros. Al año siguiente, en 2018, “el godello resucitó” para hacer una primera añada con fermentación en barrica y crianza en sus lías durante nueve meses. Este año pasó lo propio con la doña blanca, del que saldrán 400 botellas de un único paraje.

La ruta continúa por el valle en dirección a Vega de Espinareda para llegar a Sésamo y hacer la ruta que sube a Peña Piñera y sus pinturas rupestres. Se puede llevar el coche hasta el Corral de los Lobos (es una pista de tierra, bien conservada, señalizada desde la calle principal del pueblo) y desde ahí continuar andando hacia el castro de Peña Piñera, una zona elevada con unas increíbles vistas de toda la Sierra de Ancares y las montañas de Laciana y los montes Aquilanos. Desde allí descenderemos hasta el afloramiento rocoso donde se encuentran las pinturas rupestres de Sésamo siguiendo el sendero que las recorre desde su mirador y atendiendo a los paneles informativos. Está considerado como el yacimiento de arte esquemático más grande de la provincia de León y Bien de Interés Cultural (BIC) desde del año 1985.

Las vides muestra su resistencia en los Ancares, en el pueblo de San Pedro de Olleros. Foto: TQM

Banzao, un vino elaborado en la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses. Foto: RBALE

El majestuoso puente romano de Vega de Espinareda. Foto: Bierzo Enoturismo

Vistas desde el castro de Peña Piñera, al lado de las pinturas rupestres de Sésamo. Foto: masrutasymenosrutinas.com.

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Tras este paseo, regresamos a Vega de Espinareda, que muchos llaman la puerta de los Ancares y donde podemos hacer una parada para admirar su puente romano sobre el río Cúa y el monasterio de San Andrés. Nuestra siguiente parada es El Espino, a menos de cinco minutos, donde comeremos en alguno de sus restaurantes y mesones (si os coincide, los 1 y 15 de cada mes se celebra la Feria del Espino). Lo obligado, probar el pulpo a feira y el churrasco.

Nos dirigimos después de comer hacia Arganza, desviándonos hacia la pintoresca carretera LE-4211 entre pinares (en el cruce entre esta carretera y la que sigue hacia Ponferrada se encuentra un monolito que recuerda a los represaliados del franquismo enterrados en esta zona, conocida como ‘la uve’) y pasando por San Juan de la Mata, mientras se abre de nuevo ante nosotros el paisaje de viñedos.

En esta localidad de gran tradición vinícola visitamos Pittacum, que en su visita ofrece al enoturista un recorrido por sus viñedos octogenarios y el gran caserón que acoge su bodega, al lado de la iglesia de La Asunción, donde explica el proceso de elaboración de sus vino y ofrece la degustación de Pittacum y Petit Pittacum en su sala de catas. “Para concertar una visita es imprescindible cubrir el formulario web por lo menos con 48 horas de antelación a la fecha solicitada”, aconsejan desde la bodega.

Además del Pittacum y el Petit Pittacum (tinto y rosado), en esta bodega se elabora también el Áurea que es el vino ‘top’ de Pittacum, un 100% mencía procedente de viñas de más de 100 años, y el Val de la Loba, un “vino singular" elaborado también con mencía de viñedos centenarios del paraje que lleva el mismo nombre. Otra de las etiquetas es La Prohibición, un monovarietal de garnacha tintorera.

Después regresaremos al Palacio de Canedo, donde cenaremos. Al día siguiente aprovecharemos la mañana para conocer el viñedo ecológico de ‘Prada a tope’ a través de una de las tres visitas que ofrece: ‘El Picantal’, ‘A tope’ y ‘Gourmet’. Todos incluyen recorrido por el viñedo, visita a la bodega y cata de vinos.

La bodega de Pittacum, que guardan los fuerte muros de una antigua casona en Arganza. Foto: Pittacum

La sala de catas, una parte importante de la visita para conocer la esencia de los vinos de Pittacum. Foto: Pittacum

Las elaboraciones de Prada a Tope, detalle a la entrada de su comedor. Foto: Palacio de Canedo

La propuesta turística del Palacio de Canedo incluye también la gastronomía. Foto: Palacio de Canedo

 

 

 

SI TE HA GUSTADO PUEDES RECORDAR LA RUTA 1:

(I): De las cepas perdidas del Bierzo Alto a las vistas de La Peña de Congosto