Esta conversión, conocida como retrofit, es un procedimiento mediante el cual el motor de combustión de un coche se sustituye por un conjunto 100% eléctrico, de forma que un vehículo que anteriormente era de diésel o gasolina ahora pasa a ser eléctrico. De esta manera, el coche con el nuevo mecanismo obtiene la etiqueta CERO emisiones de la DGT, lo que permite a sus usuarios moverse sin con libertad por las Zonas de Bajas Emisiones.
Pasos que hay que seguir:
- Evaluación del vehículo: el primer paso es acudir a un taller especializado para que revise el coche y determine si es capaz de recibir el “trasplante” de componentes.
- Eliminación de los componentes térmicos: una vez recibido el “ok” de los profesionales, el primer elemento en desaparecer es el motor de combustión, seguido de la transmisión, el sistema de escape y el depósito del combustible.
- Preparación: se realizan distintas operaciones intermedias como el anclado de la batería y el motor eléctrico al chasis del vehículo.
- Instalación de las nuevas piezas: es el paso relacionado más directamente con la conversión porque incluye la instalación de la batería, la pieza más grande, cara y pesada de todas y cuya instalación es delicada, ya que debe realizarse con mucho cuidado para no dañar ningún elemento en el proceso.
- Pruebas y homologación: una vez que todos los elementos están colocados y anclados, el nuevo vehículo eléctrico debe pasar satisfactoriamente diferentes pruebas para comprobar que todos los elementos responden, que el coche no ha perdido funcionalidades y que el conjunto de la estructura del vehículo puede soportar los nuevos elementos sin problemas.
El coste medio de la conversión suele estar entre los 12.000 y los 15.000 euros en función del modelo, tipo de transformación y de los posibles problemas o inconvenientes que puedan aparecer en el camino. Se trata de una cifra elevada, pero aun así bastante alejada de los precios que ronda un vehículo eléctrico nuevo en el mercado actual.