Donald Trump ha sido reelegido presidente de Estados Unidos, una noticia que no deja indiferente a la industria del vino, especialmente en Europa. Su primera etapa estuvo marcada por decisiones comerciales que afectaron directamente al sector vitivinícola europeo, una experiencia que genera inquietud ante lo que podría ser un escenario de políticas similares.
Uno de los antecedentes más relevantes para el sector fue la imposición de aranceles en 2019. El gobierno de Trump decidió gravar con un 25% a productos europeos, entre ellos el vino, como parte de una represalia comercial en el marco del conflicto entre Airbus y Boeing, compañías de aviación civil. La disputa, respaldada por la Organización Mundial del Comercio, sirvió de pretexto para una serie de restricciones que dañaron severamente las exportaciones de vino de países como Francia, España, Italia y Alemania hacia el mercado estadounidense. La industria del vino español, que había mostrado un notable dinamismo en el mercado norteamericano, sufrió un retroceso significativo esos años.
La reelección de Trump en noviembre de 2024 abre la posibilidad de que se retomen medidas similares. Una reintroducción de aranceles podría dificultar la entrada de vinos europeos en Estados Unidos, un mercado que, a pesar de las dificultades actuales, sigue siendo de vital importancia para los productores europeos.
Según medios importantes del país, hay señales de que su gobierno planea volver a aplicar gravámenes de entre el 10% y 20% sobre productos importados.
Por otro lado, se espera que Trump continúe apoyando políticas que beneficien a los productores nacionales. En su primer período, el sector vitivinícola estadounidense se benefició de la reducción de impuestos a través de la Ley de Modernización y Reforma Fiscal de Bebidas Artesanales (CBMTRA), que redujo las tasas impositivas para productores de vino de todos los tamaños.
Las bodegas de menor tamaño, que no cuentan con los recursos para absorber o compensar el aumento de los costos arancelarios, se verían más afectadas. Asimismo, se teme que las medidas proteccionistas influyan en la percepción de la calidad y la imagen del vino europeo en Estados Unidos, un mercado que ha mostrado en las últimas décadas un creciente interés por los vinos del Viejo Mundo.
Es fundamental mencionar que el sector del vino en Estados Unidos ha mostrado en los últimos años una fuerte capacidad de recuperación y adaptación a distintos retos, desde la pandemia de COVID-19 hasta crisis logísticas globales. La incertidumbre provocada por el regreso de Trump podría representar otro reto más en esta lista, pero las bodegas europeas han demostrado anteriormente que son capaces de ajustarse a contextos complejos con creatividad y resiliencia.
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