El pintor berciano José Carralero, Premio Castilla y León de las Artes, condensa así las múltiples conexiones que existen entre poesía y pintura, artes paralelas que ahora se fusionan en la reedición del clásico inmortal de Antonio Machado ‘Campos de Castilla’ (Reino de Cordelia, 24,95 euros), que acaba de legar a las librerías de toda España ilustrado con 34 lienzos seleccionados por el propio artista berciano entre toda su producción creativa.
El proyecto, que ahora ha cristalizado en un hermoso “libro objeto” que Carralero define con cierto orgullo como “una joyita”, surgió a iniciativa del editor de Reino de Cordelia, Jesús Egido, y del poeta Luis Alberto de Cuenca, gran devoto de la obra pictórica del leonés que firma el prólogo de la publicación. En su texto, que titula ‘Don Antonio Machado’, De Cuenca introduce “uno de los libros de poesía más intensos y hermosos de los últimos doscientos años”, que ahora vuelve a ver la luz “en preciosa edición primorosamente ilustrada por nuestro príncipe de paisajistas, el pintor leonés José Sánchez-Carralero”.
“La primera vez que me hablaron del proyecto pregunté si querían que hiciera obra nueva pensando en los versos de Machado, algo que supondría dedicarme a ilustrar al servicio de otro y que no es mi manera de funcionar, pues el resultado habría sido impostado y servil, pero enseguida el editor me dijo que no, que se trataba de revisar mi trabajo a lo largo de los años para elegir las obras que pudieran compartir musicalidad con los poemas, sin preocuparme de cuándo estuvieran pintadas”, señala Carralero en declaraciones a Ical.
Un diario existencial compartido
Así, el pintor comenzó a releer “en profundidad” los versos de Machado, mientras repasaba su propia trayectoria creativa, y descubrió que “había mucha sintonía”, siempre “salvando las distancias”. En ese sentido, recalca que Machado incorporó la fecha y el lugar de inspiración de sus poemas, algo que los convertía en una suerte de “diario existencial” para él, un sentimiento que el propio Carralero comparte, ya que al lanzarse a pintar una nueva obra siempre deja de lado cuestiones de estilo (“el estilo no debe ser condicionante de la expresión”, defiende el pintor) para intentar plasmar, con los recursos de su lenguaje pictórico, lo que ha vivido “en ese momento, situación y lugar”, de forma que cuando, tiempo después, ha revisado sus creaciones, estas le trasladan a los momentos remotos de su propia existencia en que los estaba creando.
“He disfrutado mucho con el proceso, leyendo a Machado con detenimiento y buscando coincidencias entre ambos. Me ha venido muy bien repasar toda mi obra, porque me ha recordado muchas situaciones y experiencias vividas en mi propio diario existencial”, señala. Entre los vínculos que sacó a la luz, se refiere por ejemplo a pinturas suyas inspiradas en la Castilla del pan, como el colosal y emblemático lienzo ‘Urueña’, pintado desde la muralla del municipio vallisoletano y que ahora cuelga de las paredes de los pasillos de las Cortes Regionales, o escenarios como Cazorla del Olivar y su Sierra, de las que hablaba en sus versos el poeta y que él también ha pintado a lo largo de su vida.
Carralero recuerda su primer contacto con ‘Campos de Castilla’ muchos años atrás, cuando se encontró con una poesía “muy llana y entendible, que al mismo tiempo” llegaba “con mucha hondura” al lector. “Siempre recuerdo que mi amigo Victoriano Cremer, hablando sobre la poesía, me decía: ‘Hay alguna que es muy oscura y rebuscada, pero la que llega es: caminante no hay camino, se hace camino al andar’. Machado en ‘Campos de Castilla’ refleja esa travesía llana, directa, no rebuscada pero tampoco exenta de metáfora, un elemento imprescindible en la poesía y en la pintura”, defiende.
Esta nueva edición de ‘Campos de Castilla’ llega cuando se cumplen 145 años del nacimiento de Antonio Machado en Sevilla, y poco después del 80 aniversario de su muerte en Colliure (Francia). A día de hoy, sigue siendo uno de los libros fundamentales de la literatura española contemporánea, celebrado por Miguel de Unamuno, Azorín o José Ortega y Gasset. El simbolismo bohemio del primer Machado se vuelve en esta obra regeneracionista y cobra mayor austeridad, reflejada fundamentalmente en los sabios proverbios y reflexiones que ofrece sobre la vida, no exentos de una inconfundible melancolía. El texto utilizado se basa en el aparecido en la cuarta edición de sus ‘Poesías completas’, publicada en 1936.