Ya era cosa de la Roma antigua, allá por las provincias, eso de disputarse un mayor grado de influencia sobre los recursos más valorados en el Imperio.
Por acá teníamos a eso del siglo I, plena actividad ya minera y aurífera en concreto, sobre el paraje de Las Médulas. Entonces la Domus de Pedreiras, donde aún pueden vislumbrarse sus restos junto al Lago de Carucedo, era probablemente la casa de contratación y administración de quienes dirigían el cotarro de aquellas minas de oro.
La Ruina Montium dejó precisamente una herencia opulenta en aquello de seguir extrayendo riqueza de ese paraje, ahora bajo la técnica del turismo 'montium'.
En estas, todos los que administran ahora el cotarro, hace un tiempo que convinieron que era mejor administrar bien la hacienda y no andar en batallitas por cada atalaya. Consejo Comarcal con el centro de recepción de visitantes, Instituto de Estudios Bercianos con el Aula Arqueológica, la Junta con el Centro de Interpretación, Ayuntamiento de Carucedo con el aparcamiento, zona de buses y epicentro de los negocios de restauración, el de Puente con el Aula de Interpretación de los Canales Romanos... y el Ayuntamiento de Borrenes, que tenía 'privatizado' el acceso a la galería de Orellán que conduce a ese reconocido balcón en uno de los picachos, junto al mirador.
Los primeros decidieron impulsar la Fundación Las Médulas para una gestión unificada y lógica de todos los recursos patrimoniales y turísticos, así como acordar planes de actuación, restauración y promoción de forma coordinada. Incluso se planteaba la entrada unificada para todos los centros visitables de Las Médulas.
Bien es cierto que, de cuando en cuando, alguno de los pretores enseñaba el filo de la espada; por ejemplo cuando Carucedo advierte de la saturación de tráfico en el pueblo y reclama un aparcamiento regulado (pagado) para rentabilizar esa molestia, o cuando los problemas de abastecimiento de agua lleva a otros pedáneos a reclamar mayor mesura en 'el negocio'.
Pero entre todos, hay uno que se destaca como pretor del paraje, el alcalde de Borrenes. Eduardo Prada es un regidor de carácter, y bajo cierta perspectiva tiene lógica cuando reclama que 'si yo tengo la molestia de ver pasar centenares de coches y autobuses, pues cabe aplicar impuesto romano'. Un diezmo que argumenta en disponer y mantener el mirador y la galería en buenas condiciones. Acaba de anunciar su consistorio que desde ahora el acceso a la galería y al balcón, será cosa suya. Ambos son quizá el mayor recurso turístico del paraje, y esa atalaya tiene pretor al margen del 'imperio'. De forma permanente se encarga de mostrarlo, pero también olvida algo: Las Médulas ya no es patrimonio de romanos. Desde 1997 lo es DE LA HUMANIDAD, y no nos deja en buen lugar eso de andar contando pretores y jugando a los tributos.